Hola soy Manuel os dejo aquí una entrada del nacismo y el fascismo. Espero que os sirva de ayuda. Un saludo.
Nacismo
y Fascismo.
1.
Introducción
En
decisión grupal elegimos el tema de fascismo
ya que al conversar sobre el tema comenzaron a surgirnos dudas y gran
interés
con respecto al tema. Uno de nuestros objetivos
al realizar esta investigación
fue entender por qué causa los países europeos llegaron al punto
tal de crisis
en todo punto de vista que decidieron votar y seguir la doctrina
fascista, siendo ésta tan perjudicial para ellos a medida que se
desarrolló.
Tratamos
de explicar en términos generales su surgimiento y desarrollo,
y las consecuencias que trajo luego tanto para los países europeos
como para el resto del mundo.
A
la vez, quisimos lograr adquirir un buen conocimiento
del significado de la palabra "fascismo" y con esto
descubrir la importancia de no olvidar.
En
este trabajo
hablaremos del fascismo en relación a su contexto histórico,
mencionando como referencia cronológica la Primer y Segunda Guerra
Mundial, con sus causas, desarrollo y consecuencias.
Nacionalismo
Ideología
política
y social que corresponde el concepto
de nación
con el de Estado.
Aunque tradicionalmente se ha llamado nacionalismo
al pensamiento
político relativo a la consecución de la independencia
nacional, para los pueblos y las etnias, el término también
corresponde a la actividad e un Estado. En esta ocasión, el
nacionalismo sería la cohesión de los ciudadanos de ese país en
base a su procedencia, por encima de diferencias sociales de clase.
Ernerst Gellner dio una definición que es la que habitualmente se
utiliza: "Principio que afirma que la unidad política y
nacional deben ser congruentes".
El
nacionalismo surgió con la Revolución
Francesa y la formación de los Estados. Así decenas de comunidades
europeas no ligadas a los Estados conformados, reivindicaron su
derecho a la soberanía,
en función
de su identidad
propia. Movimientos hasta entonces sin definición política, se
apresuraron a defender su estatus.
Con
la descolonización y el sello que dejó Hitler
al concepto de nacionalismo, surgió la expresión "nacionalismo
revolucionario" para designar procesos
de emancipación nacional de distintas clases.
Nación
Es
la comunidad
que se piensa a sí misma como sujeto de relaciones sociales,
institucionales, históricas, políticas,
culturales y, en general, para todas las manifestaciones de la
convivencia humana.
En
la constitución
de esta comunidad autoconsciente, intervienen procesos históricos,
étnicos, de conflictividad social, de linealidad y de comunicación
lingüística,
de estabilidad territorial o, incluso otras variables
de raza, religión
y demás, sin que ninguno de ellos sea exclusivo o determinante. Es,
en definitiva, un proyecto
de soberanía, de legitimidad, de supervivencia, de autodefensa, de
economía.
La
segunda de las interpretaciones, el Estado-Nación,
corresponde a las renovaciones políticas surgidas de la Revolución
Francesa y el triunfo de la ideología
burguesa.
Nazismo
El
nazismo
es, en su origen, la ideología oficial del NSDAP (Partido
Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes) comúnmente conocido
como Partido Nazi. Su fundamento no tuvo excesiva elaboración
teórica, apropiándose, en gran medida, de las ideas fascistas según
las cuales el
Estado, para reservar su cohesión y unidad, debía de ser
totalitario. Para el nazismo, este argumento fue compaginado con la
máxima racista de superioridad de la raza aria sobre el resto. La
admiración por la fuerza
bruta y el culto al jefe único fueron otras dos nuevas aportaciones
del nazismo. La situación social y económica de Alemania
después de la Primera Guerra Mundial y el oportunismo de Hitler
hicieron el resto. Hitler y el Partido Nazi lograron un apoyo popular
de gran magnitud como para animar a Alemania a lanzarse a la
conquista
de Europa,
en lo que fue la Segunda Guerra Mundial.
Desde
sectores de izquierda el nazismo ha sido denunciado como un producto
inevitable del capitalismo
y, sobre todo, como fruto de las tendencias imperialistas de los
Estados más fuertes. Según estas impresiones, el germen capitalista
que impregna la sociedad
hace posible expresiones de este tipo que cíclicamente atenazan a la
humanidad...
Benito
Amílcare Andrea Mussolini:
En
el año 1883 nace el 29 de julio en Dovia, distrito de Predappio,
localidad de la Romañia
situada a dieciséis kilómetros de Forli, el primer hijo del
cerrajero Alessandro Mussolini y de la maestra Rosa Maltoni.
En
1892 es inscripto en el Colegio Salesiano de Faenza, de donde es
expulsado dos años después por mala disciplina.
El
8 de julio de 1901 obtiene la licencia de la Real Escuela
Normal con diploma de honor y elogio solemne. Un año mas tarde,
después de haber enseñado por algunos meses decide probar suerte
trasladándose a Suiza. En Lausana entra en relación con los grupos
socialistas italianos y colabora en el semanario "L´Avvenire
del lavoratore". Al año siguiente es arrestado por motivos
políticos, y encarcelado por doce días, luego se lo expulsa y
entrega a la policía italiana, que poco después lo deja en
libertad.
Al cabo de pocos días vuelve a Suiza, donde permanecerá todavía
por un año y medio.
En
1904 realiza una gira de conferencias hablando contra la religión y
sosteniendo debates públicos sobre la existencia de Dios. El éxito
obtenido lo estimula a publicar su primer libro,
un folleto de tosca propaganda
atea: "El
hombre y la divinidad". En mayo se escribe en la Universidad
de Lausana, en el Instituto de Ciencias
Naturales. A fin de año vuelve a Italia.
En
1905 presta servicio
en un regimiento de bersaglieri que tiene asiento en Verona. El 19 de
febrero muere su madre.
A
los dos años vuelve a la enseñanza
en un distrito de la comuna de Tolomezzo. Obtiene el diploma de
habilitación para la enseñanza de francés.
En
1908 retorna a su localidad natal donde comienza a dedicarse
exclusivamente a la política, como militante del partido socialista.
Un año después dirige la cámara del trabajo de Forli. Se traslada
a Trento, como secretario de la cámara del trabajo y director del
semanario socialista local, también colabora en el diario "Il
popolo". En octubre se pone a la cabeza del partido socialista
de Forli en cuyas filas permanecerá hasta 1914.
En
1910 muere su padre. Se convierte en redactor del periódico
"¡Avanti!". Al año siguiente es condenado a siete meses
de cárcel por haber participado en los motines contra la guerra de
Libia. En marzo de 1912 recupera la libertad. En julio se traslada a
Reggio Emilia para asistir al congreso nacional del partido
socialista. Se convierte en uno de los lideres de la corriente
socialista revolucionaria y hace expulsar del partido a los
reformistas. Al año siguiente, en las primeras elecciones realizadas
con sufragio
universal, se presenta como candidato por el distrito de Forli, pero
no es elegido.
En
1914 en el congreso nacional del PSI realizado en Ancona, contribuye
a la expulsión de los Masones. El 15 de noviembre sale el primer
número del diario "Il popolo d´Italia", formado por él
para poder
realizar su campaña a favor de que Italia participara en la guerra,
es sella la ruptura con el partido socialista, que se lo expulsa
formalmente el 24 de noviembre. El 24 de mayo de 1915 Italia entra en
guerra contra los Imperios Centrales. Mussolini es llamado a las
armas
y parta para el frente con los bersaglieri.
El
29 de febrero de 1916 se lo asciende a cabo. Es herido por un
proyectil que explota mientras se ejercitaba con un lanzabombas. El
16 de noviembre se presenta en las elecciones en Milán, pero es
derrotado.
En
1921, transforma el movimiento
fascista en partido. En Milán se lo elige diputado.
En
1922, después de haber fijado en una reunión de la dirección
fascista en Nápoles la fecha precisa de la marcha sobre Roma (28 de
octubre), vuelve a Milán, donde reinicia las conversaciones para
hallar una solución pacifica entre el gobierno
y los fascistas.
Nombrado
por el Rey, después de la marcha, para presidir el Consejo, se
traslada a Roma donde forma su primer gobierno de coalición. El 12
de enero de 1923 convoca al Gran Consejo del Fascismo y disuelve
todos los grupos formados para armar la Milicia Voluntaria para la
Seguridad
Nacional.
En
las elecciones de abril de 1924, las listas fascistas obtienen el 60%
de los votos. El diputado socialista Giácomo Matettoni denuncia en
la prensa
y en el Parlamento las intrigas electorales y los abusos de los
fascistas. La impresión en el país es enorme.
Mussolini
ordena a algunos miembros del grupo
de choque que castiguen severamente a Matettoni, quien es asesinado
el 10 de junio. La ola de indignación que se levanta en todo el país
por este grave delito,
amenaza con echar a Mussolini abajo y con él al fascismo.
En
1925, con el discurso
pronunciado en la Cámara de Diputados, Mussolini recupera el dominio
de la situación.
Después
de suprimir periódicos de oposición y partidos políticos, y de
crear instituciones
judiciales extraordinarias, el fascismo se convierte finalmente en
una dictadura.
El
11 de febrero firma el acuerdo del "Pacto de Letrán", que
es rectificado en junio a pesar de los incidentes.
En
1933 suscribe el Pacto de los Cuatro junto con los gobiernos de
Francia,
Inglaterra
y Alemania, para asegurar la paz en Europa. Al año siguiente, un
problema fronterizo en Ual-Ual le permite provocar la agresión de
Abisinia.
En
1935, obtiene del ministro francés Laval la promesa de
desinteresarse de los territorios franceses sobre los cuales Italia
aspira obtener el protectorado.
El
9 de mayo, Mussolini proclama la constitución del Imperio. El 17 de
julio firma un tratado de alianza con Franco, en el cual se
compromete a ayudar a los franquistas en la guerra civil. También se
alía con Hitler, y en la primera visita oficial a Alemania sella el
acercamiento entre las dos dictaduras, el retiro de Italia de la
sociedad de las naciones es su primer consecuencia política. En 1938
Mussolini copia la política interna de Hitler, y lanza la campaña
antisemita, de carácter
discriminatorio y persecutorio con respecto a los judíos.
En
1939 Mussolini estipula con Alemania el tratado de alianza militar
llamado "Pacto de acero".
Sin embargo, la agresión de Alemania contra Polonia y el estallido
de la guerra
mundial encuentran a Mussolini vacilante en cuanto a seguir a su
aliado en esa aventura.
Entre
1941 y 1943 la marcha progresivamente desastrosa de la guerra pone a
Mussolini cada vez mas a remolque de la iniciativa política y
militar de Hitler.
En
la tarde del 14 de julio de 1943 se reúne el Gran Consejo del
Fascismo, después del desembarco aliado en Sicilia. Se aprueba por
mayoría, durante la noche, una orden del día presentada por Grandi:
es la derrota de Mussolini, quien, en la tarde del 25 de julio es
arrestado por orden del rey a cuya sede se había trasladado para
relatar los acontecimientos de la noche anterior. El 12 de septiembre
un grupo de asalto alemán irrumpe en la villa de Gran Sasso, donde
Mussolini se encuentra arrestado, y lo libera llevándolo a Alemania.
El 18 de septiembre Mussolini anuncia por radio
la constitución de la
República Social Italiana, en los territorios de Italia
septentrional, todavía ocupados por alemanes.
El
10 de enero de 1944 el Tribunal de Verona condena a muerte
a los miembros del Gran Consejo culpables por haber votado la orden
del día de Grandi. Entre los condenados y fusilados se encuentra el
yerno de Mussolini, Galeazzo Giano.
En
1945, en los primeros días, Mussolini se traslada de Gargnano a
Milán en un supremo intento de realizar negociaciones de rendición
con los aliados. Se le responde que la rendición debe ser
incondicional. El 27 de abril se une a una columna motorizada alemana
que se dirige hacia el norte, pero en Dongo la columna es detenida
por guerrilleros, revisada y Mussolini arrestado junto con otros
italianos.
A
las quince horas del 28 de abril, frente a una villa cercana a
Giulino di Mezzegra, Benito Mussolini es fusilado por los
guerrilleros.
Hitler,
Adolf
Nace
el 20 de mayo de 1889 en Braunau, ciudad sobre el Inn en la frontera
austro-bárbara.
En
1918,después de 6 años de vagabundeo y miseria, Hitler se traslada
en mayo a Munich.
Entre
1914 y 1918 toma parte en la guerra, en el ejército bárbaro.
Obtiene el grado de cabo y es condecorado con la cruz de hierro
de primer grado.
Como
oficial instructor, en septiembre de 1919 participa en una reunión
del Partido Obrero Alemán, del cual se convierte en propagandista.
El
25 de febrero de 1920 presenta en una de las reuniones su programa
de 25 puntos del movimiento, rebautizado ‘Partido Nacional
Socialista de los Obreros Alemanes’
El
8 de noviembre de 1923, se produce un golpe
de estado en Munich. Al día siguiente, en una manifestación,
Hitler es arrestado y su partido fue puesto fuera de ley.
En
1924 después de haber sido condenado a 5 años e prisión, el Fuhrer
es liberado el 2 de diciembre.
Durante
dicha reclusión escribió Mil Lucha
En
las elecciones del Reichstag, en mayo de 1928, el partido nazi
obtiene 12 de las 491 bancas.
El
4 de septiembre de 1930 el NSDAP obtiene 107 bancas en el parlamento.
El
18 de septiembre de 1931 Geli Raubal.
El
primero de abril de 1932, en las elecciones electorales, Hitler
obtiene 13,5 millones de votos. Hindenburg es reelecto.
El
3 de enero de 1933 Hitler es nombrado canciller. El 24 de marzo
recibe plenos poderes por cuatro años.
El
30 de junio de 1934 se produce una mascare de los jefes de la S.A.,
en ‘la noche de los cuchillos largos’ El 2 de agosto, muere
Hindenburg, y Hitler se convierte en Fuhrer y Canciller del Reich.
El
15 de septiembre, un año mas tarde, se les priva a los judíos de
sus derechos
y de la ciudadanía,
mediante la Ley de Nuremberg.
El
5 de noviembre de 1937, Hitler precisa sus fine políticos a los
oficiales superiores.
Una
año mas tarde, el 4 de febrero, asume el mando del ejército.
El
primero de septiembre de 1939, se produce el ataque alemán a
Polonia, lo que produce el estallido de la Segunda
Guerra Mundial.
El
9 de noviembre se produjo un intento de asesinar a Hitler, urgido por
la Gestapo con fines de propaganda.
El
24 de enero de 1942, se produjo la adopción
de la ‘solución final’ para el problema judío.
El
13 de marzo de 1943 fracasó el atentado preparado por los rusos.
El
20 de julio de 1944 se produjo un atentado contra el cuartel general
en Rasatenburg.
El
30 de abril de 1945, el Fuhrer se suicidó, junto con Eva Braun, en
el búnker de la cancillería.
El
8 de mayo se produjo la capitulación incondicional de las fuerzas
armadas del Reich.
Francisco,
Franco
Autoritario
y paternalista, Franco "el caudillo" gobernó España
durante casi cuatro decenios, en un periodo en el que sentó las
bases de la moderna economía española, pero retrasó el desarrollo
político del país y su integración
a Europa y al sistema
de las naciones desarrolladas de mercado
libre.
Francisco
Franco Bahamonde nació el 4 de diciembre de 1892 en la ciudad
gallega de El Ferrol, España. En 1907 ingresó en la academia de
infantería de Toledo y en 1912 fue destinado a Marruecos, donde
pronto mostró dotes de mando y obtuvo varios ascensos por antigüedad
y por acciones
de combate contras las tribus (cabilas) de la región del Rif. En
1920 fue elegido segundo en el mando del llamado tercio de
extranjeros o tercio de la Legión, cuerpo a cuya jefatura accedió
tres años mas tarde. Durante las campañas contra los rebeldes
marroquíes, Franco se convirtió en héroe nacional y en 1926, a los
33 años, fue ascendido a general, por lo que paso a ser el más
joven militar de tal rango en los ejércitos de Europa.
Posteriormente seria nombrado director de la Academia, General
Militar de Zaragoza.
Tras
el derrocamiento de la monarquía
en 1931, los gobernantes de la segunda república adoptaron una
política de reducción de efectivos militares, con lo cual Franco
quedó en una situación de disponible al disolverse la Academia. A
pesar de su declarada ideología monárquica, Franco acepto el nuevo
régimen con disciplina. Cuando las fuerzas conservadoras accedieron
al gobierno de la república en 1933, el general volvió al mando
activo y, en octubre de 1934, fue llamado por el ministro de la
guerra, Diego Hidalgo, para sofocar la revolución promovida por los
miembros asturianos. A raíz de tal acción
fue nombrado jefe del estado mayor central como parte de una política
encaminada a la reestructuración y al fortalecimiento del estamento
militar.
En
las elecciones de febrero de 1936 salió victorioso el Frente
Popular, coalición de partidos de izquierda. Franco fue destituido y
enviado como gobernador militar a las islas Canarias. Durante un
tiempo
rehusó conspirar contra el gobierno, pero cuando el sistema
político volvió a amenazar las condiciones del ejercito y se
generalizaron los conflictos
sociales decidió unirse a la prevista sublevación cuyo fin era
derribar al gobierno republicano.
El
18 de julio de 1936 comenzó el lanzamiento. Al día siguiente,
Franco, voló desde el archipiélago hasta la ciudad de Tetuan, en
Marruecos, para tomar el mando del ejercito de Africa.
Después de desembocar en la península, las tropas marcharon hacia
Madrid,
sede del gobierno. La
muerte del general que debía encabezar la rebelión, José
Sanjurjo, ocasionó polémicas sobre la jefatura del alzamiento-
otros generales como Emilio Mola y Gonzalo Quiepo de Llano aspiraban
a dirigirlo -, hasta que, a través de la junta de defensa nacional,
Franco se hizo cargo del mando supremo como generalísimo de los
ejércitos y jefe del estado español.
Después de tres años de guerra civil, la superioridad cualitativa
del ejército sublevado y la ayuda de los regímenes fascistas
italianos y nacionalistas alemán permitieron que las tropas de
Franco obtuvieran la victoria el 1 de abril de 1939.
Al
concluir el conflicto,
el caudillo era el jefe de un estado exhausto, con una profunda
división interna y sumamente empobrecido. Una de las frases críticas
de su régimen surgieron al fin de la
segunda guerra mundial, cuando el gobierno franquista quedó
aislado en el ámbito político internacional al ser rechazada la
petición de integración de España en las Naciones
Unidas. A partir de 1948 comenzó a ceder el apartamiento y
progresivamente fueron regularizándose las relaciones con otros
países.
La
inclusión de España en los diversos foros internacionales y la,
aunque lenta e irregular, efectiva evolución
económica permitieron la consolidación de un régimen que, después
de 36 años en vigor, desaparecerían con el propio Franco. En 1969
éste designó oficialmente como sucesor al príncipe Juan Carlos de
Borbón, nieto del rey Alfonso XIII, y pretendiente nominal al trono
de España, al que accedió tras la muerte de Francisco Franco,
acaecida en Madrid el 20
de noviembre de 1975.
Salazar,
Antonio de Oliveira:
El
primer ministro portugués Antonio de Oliveira Salazar impuso, con la
creación del estado novo, un régimen autoritario que, al lo largo
de 36 años, anuló todo intento de oposición a su gobierno.
Salara
nació en Vimieiro, Santa Comba Dao, Portugal, el 28 de abril de
1889. Se educó en el seminario
de Viseu. Posteriormente acudió al la Universidad de Coimbra, donde
en 1914 se graduó en derecho y desde 1819 ocupó la cátedra de
economía política. Elegido en 1921 diputado de Cortes por el Centro
Católico Portugués, abandonó poco después su cargo parlamentario
al estar en desacuerdo con dicha institución.
En
1926, después del golpe de estado que depuso al presidente
Bernardino Luis Machado Guimaraes, le fue ofrecido el Ministerio de
Hacienda, puesto que solo ocuparía cinco días al no serle
concedidos plenos poderes para llevar a cabo las medidas económicas
proyectadas. En 1928, el presidente Antonio Oscar de Fragoso Carmona
le confió nuevamente la cartera de finanzas.
Esta vez con el control
pleno de todos los gastos.
Salara promovió entonces una austera política económica que
consiguió detener los tradicionales déficit presupuestarios y
estabilizar la moneda.
El
5 de julio de 1932, Carmona lo nombró primer ministro y Salara,
convertido en el hombre
fuerte de Portugal, hizo promulgar en 1933 la constitución del
estado novo que instauró un régimen inspirado en el fascismo
italiano, de carácter "unitario y corporativo". La
adopción del Estatuto do Travalho Nacional, por el que quedaban
integrados en un mismo organismo, sometido al control del gobierno,
todas las asociaciones sindicales; la creación de organizaciones
paramilitares y de la PIDE (Política Internacional y Defensa del
Estado), policía política de poderes casi ilimitados; y la
fundación de la Unión Nacional, partido único, fueron las medidas
adoptadas por Salara para consolidar el nuevo régimen, que si bien
logro la estabilización de la economía y la construcción
de obras publicas, fue incapaz de prevenir el deterioro progresivo
del nivel de vida.
Durante
la guerra civil española (1936-1939) y la segunda guerra mundial
(1939-1945), Salara se puso al frente de Ministerio de Asuntos
Exteriores, desde donde dio su beneplácito, en 1937, al gobierno de
España del general Francisco Franco, con el que cinco años mas
tarde formaría el Pacto Ibérico, por el que Portugal y España se
declaraban a favor de una política de estricta neutralidad. Tras la
conflagración de europea, consiguió el ingreso de su país en la
OTAN (Organización
de Tratados
del Atlántico Norte) en 1949 e intento mantener a toda costa las
posesiones portuguesas del ultramar. Ante la adopción, por parte de
los Estados
Unidos y la Unión Soviética, de una política anticlonista,
Salara asumió en 1916la dirección del Ministerio de Guerra, pero su
gestión
no consiguió detener el estallido de violentos disturbios en los
dominios portugueses de Angola, Mozambique y Guinea.
Incapacitado
para desempeñar el cargo de primer ministro tras sufrir un ataque de
trombosis en 1968, fue reemplazado por Marcelo Caetano. Salara murió
en Lisboa el 27 de julio de 1970. El régimen por él instituido
apenas sobrevivió cuatro años, cuando fue abolido por el movimiento
militar del 25 de abril.
4. El mundo entre dos guerras
Las
consecuencias de la Primera Guerra Mundial
En
múltiples aspectos se vio afectada la economía
mundial por las derivaciones de la Primera Guerra.
La
destrucción afectó la producción
en los países tocados por la Guerra. Esto, a su vez, tuvo
consecuencias:
La
situación social de entreguerra
Durante
este período, la población
mundial continuó en constante ascenso aunque se produjo una pausa en
el ritmo de crecimiento. Como factores entorpecedores de éste,
podemos citar los millones de muertos en la "Gran Guerra",
la disminución de los nacimientos por ella provocados y la
declinación de las tasas de natalidad en los países más
desarrollados.
Cambios
en las corrientes migratorias
Ante
todo, una reducción de la inmigración
relacionada con el desarrollo de un nacionalismo agresivo que, de
parte de los países que recibían inmigrantes, se traduce en recelos
con respecto al extranjero, y de parte de los países de migración
en una tendencia restrictiva de las salidas.
Estados
Unidos comienza a obstaculizar la inmigración en 1921 y refuerza
estas restricciones en 1924. se procura desalentar particularmente la
inmigración esclava y latina.
Italia,
a partir de 1928, restringe la salida de emigrantes y propicia el
retorno de aquellos que habían partido para el extranjero en años
anteriores.
Se
produce en cambio,
otro tipo de migraciones, las migraciones forzadas: armenios, griegos
y otras nacionalidades balcánicas, a raíz e la reconstrucción del
mapa europeo; judíos, por las persecuciones de que fueron objeto en
Europa Central; españoles republicanos, después de la guerra civil.
Se
hacen sentir las tendencias nacionalistas
Primero,
como consecuencia de la guerra y, luego como expresión de la crisis.
En
el punto extremo del nacionalismo se desarrolla en nazismo con su
forma más aguda en el antisemitismo,
particularmente el alemán, en la acción antinegra del Ku-Klux-Klan
en los Estados Unidos.
La
crisis de 1929 trastorna a la sociedad.
En
primer lugar, a los obreros y campesinos que sufren o la desocupación
o la rebaja de sus ingresos,
pero también a las clases medias que experimentan la inestabilidad
generada por la crisis; esto es particularmente grave para todos
aquellos cuya ocupación o ganancias dependían de la capacidad del
poder de compra de las masas populares, o cuyas rentas fijas se veían
de hecho disminuidas por las devaluaciones. Las inquietudes, los
temores y la búsqueda de seguridad de la clase media habrían de
relacionarse con el proceso
de surgimiento y desarrollo del fascismo.
Los
nuevos regímenes
El
desenlace de la Gran Guerra apareció como un triunfo de los
regímenes democráticos, tanto en su forma de monarquía
parlamentaria (Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Países
Escandinavos), como en la forma republicana. Desaparecieron las
grandes monarquías autoritarias (Alemania, Austriahungría, Rusia,
Turquía), siendo sustituidaspor regímenes republicanos; otro tanto
ocurrió con gran parte de los nuevos estados (Checoslovaquia,
Polonia, Finlandia).
Un régimen político distinto de todos los
anteriores apareció en la URSS.
Las
luchas de partidos experimentaron un cambio: hasta entonces se
trataba de luchas entre conservadores y liberales; ahora se pone en
discusión la propia estructura
de la sociedad y los partidos de origen marxista aumentan su
actividad y su electorado, comenzando a pesar en las decisiones.
Aparece otra tendencia ideológica, el
FASCISMO, que asume la dirección de dos países tan importantes
como Italia y Alemania, influyendo fuertemente en otros estados
europeos y extraeuropeos.
- Las
oposiciones políticas e ideológicas tienden a radicalizarse; en la
terminología política se hace cada vez más corriente el
calificativo de izquierda o derecha, que no suele ser
suficientemente preciso. Los derechistas acusan a los izquierdistas
de comunista, y los izquierdistas acusan a los derechistas de
fascistas; lo cierto es que por temor hubo oposición al comunismo,
mucha gente aceptó con benevolencia la novedad del fascismo, y más
tarde, por temor u oposición al fascismo, mucha gente se aproximó
al comunismo.
5.
Dictadura y Democracia
entre dos Guerras
Efectos
de la guerra sobre la democracia y el liberalismo.
Una
de las consecuencias trágicas de la primera Guerra Mundial fue la
degradación de los ideales liberales y democráticos. Los pueblos
fueron arteramente inducidos por un tiempo a creer que la verdad
estaba al reverso de la medalla. Ardientes defensores de la causa de
la Entente proclamaban que la guerra santa en defensa de los derechos
de humanidad y para aplastar definitivamente el militarismo y el
"gobierno irresponsable". La guerra misma parecía haber
alcanzado a cumplir algunos de estos algunos de estos grandes fines.
No sólo el militarismo había sido prácticamente destruido en las
naciones vencidas, sino que la lista de repúblicas europeas creció
significativamente con el agregado de naciones como Austria,
Alemania, Polonia, Finlandia, Turquía y Checoslovaquia,
transformadas en repúblicas; y hasta la absolutista Rusia pareció
por un tiempo haberse plegado a la forma de gobierno liberal. No pasó
mucho tiempo, sin embargo, antes de que estas grandes visiones de
progreso democrático se revelaran como lo que eran en realidad:
meras ilusiones. Las naciones vencidas comenzaron a desesperar del
valor
de la libertad y acabaron por sucumbir al mentido esplendor del
gobierno fuerte en el que creyeron hallar una salida para escapar a
lo que consideraban su esclavitud.
Pero la democracia y la libertad no estaban demasiado seguras ni
siquiera en las naciones victoriosas. Los horribles años de trágica
lucha trastocaron de tal modo el orden económico de las naciones,
que los gobiernos de Gran Bretaña y Francia se vieron conmovidos
hasta sus cimientos por las consecuencias. Además, el caos y las
penurias resultantes de la guerra desembocaron rápidamente en el
derrumbe del régimen liberal en Rusia y allanaron el camino para el
triunfo del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania.
6. La Revolución Fascista en Italia
Causas
de la revolución fascista: nacionalismo frustrado.
La
primera de las naciones de Europa Occidental que repudió los ideales
liberales y democráticos fue Italia. Esto puede parecer extraño
vista de que los italianos habían combatido en la Gran Guerra del
lado de los vencedores. Pero debe recordarse que Italia había sido
víctima durante años de un nacionalismo frustrado. Una y otra vez
sus ambiciones imperiales y de poder nacional habían sido rudamente
desbaratadas. En 1981, su esperanza de anexar Túnez fue
repentinamente burlada por la ocupación francesa. Sus esfuerzos
realizados en 1896 por conquistar a Abisinia, habían desembocado en
una aplastante derrota a manos de los abisinios en la batalla de
Adua. En efecto estos reveses en el ánimo de los italianos fue una
sensación de humillación y vergüenza, especialmente las
generaciones más jóvenes, que se volvieron llenas de desprecio
contra el régimen político vigente, descargando sobre él antes que
sobre las naciones extranjeras toda la responsabilidad
del fracaso. Los miembros de la clase gobernante eran públicamente
ridiculizados y escarnecidos, se los calificaba de viejos
reblandecidos y cínicos, vacilantes, cobardes, derrotistas y
corrompidos. Mucho antes de estallar la primera
Guerra Mundial se hablaba ya en Italia de revolución, de la
necesidad de una limpieza a fondo que librara al país de la peste de
sus gobernantes incompetentes y corruptos.
Efectos
desmoralizadores y humillantes de la guerra.
El
establecimiento de una dictadura en Italia jamás habría sido
posible sin la desmoralización y los humillantes efectos de la
primera Guerra Mundial. La ocupación principal de los ejércitos
italianos había sido mantener ocupados a los austríacos en el
frente meridional mientras británicos, norteamericanos y franceses
obligaban a Alemania a ceder terreno a todo lo largo del frente de
batalla de Flandes.
Estos
sacrificios, no fueron por supuesto, superiores a los realizados por
franceses y británicos, pero Italia era una nación de escasos
recursos. Además, en la división del botín, los italianos
recibieron mucho menos de lo que esperaban. No sólo fueron privados
de Filme por la terca insistencia de Wilson al sostener que
Yugoslavia debía disponer de un puerto moderno sobre el Adriático
sino que ni siquiera se le permitió participar en la distribución
de las colonias alemana en África.
Aunque Italia recibió la mayoría de los territorios austríacos que
le habían sido prometidos en los tratados secretos, sostenía que
era una recompensa mezquina para tantos sacrificios y por su valiosa
contribución a la victoria aliada. Al principio, los nacionalistas
dieron rienda suelta a su indignación por la "humillación de
Versalles" haciendo blando en su cólera
al presidente Wilson, pero no tardaron en volver a su inveterada
costumbre de descargar toda la responsabilidad sobre las espaldas de
los gobernantes italianos.
Este
súbito recrudecimiento del crónico desprecio por la vieja
generación gobernante, cuyos miembros eran repudiados como
"asquerosos parásitos que se alimentaban de la mejor sangre
de la nación", tuvo mucho que ver con el auge de los
sentimientos revolucionarios.
La
inflación, el radicalismo y el caos económico.
La
guerra contribuyó de otras muchas maneras a preparar la revolución.
Uno de estos fenómenos fue la inflación del circulante, con la
consiguiente alza de precios, usura y especulación. Los salarios
deberían haber registrado un aumento correlativo, pero el mercado de
trabajo estaba prácticamente ahogado por la oferta
como consecuencia del regreso del frente de millones de soldados
canalizados de golpe hacia la vida civil. Además, el comercio se
había convertido en una actividad expuesta, difícil y
desmoralizadora debido a las huelgas cada vez más vastas y
frecuentes, y al cierre de los mercados
extranjeros.
La
consecuencia más grave de la guerra, al menos en lo que se refiere a
las clases media y alta, fue el incremento del radicalismo económico.
Pero
hacia 1921, el peligro de que Italia se bolchevizara había pasado
prácticamente a la historia.
El extremismo revolucionario comenzó a mermar significativamente
después del regreso de una delegación socialista italiana que había
viajado a Rusia para estudiar las condiciones imperantes en la
capital
del socialismo
mundial y como consecuencia del fracaso de las organizaciones obreras
en el manejo de las fábricas. Pero las clases propietarias habían
sido suficientemente atemorizadas por ese conato de rebelión y
estaban por lo tanto dispuestas a apoyar la instauración del
fascismo, con la esperanza de que pudiera salvar de la confiscación,
al menos, una parte de sus propiedades.
El
derrumbe del sistema parlamentario de gobierno.
La
causa inmediata de la revolución fascista fue el derrumbe del
sistema parlamentario de gobierno. La paralización de las finanzas y
el estado de una casi total anarquía que prevalecía en muchas
regiones de Italia, habían hecho prácticamente imposible la
recaudación ordenada de las rentas públicas. Como consecuencia de
ello, los déficit presupuestario se hicieron cada vez más elevados.
A ello vino a sumarse el estancamiento en las actividades
parlamentarias. Por sobre el orden institucional, pesaban las
organizaciones del Partido Fascista. El Parlamento estaba integrado
por dos cámaras: un Senado vitalicio, más bien de carácter
honorífico, y la cámara de los fascios y corporaciones, creada en
1938. Mayor importancia tenía el Consejo Supremo del Fascismo que
asesoraba en las tareas gubernativas, cumplía funciones
electorales y, en caso de vacancia de la jefatura del gobierno, tenía
el derecho de proponer sucesor. La intervención del pueblo se
reducía a plebiscitos, especialmente preparados. Las milicias
fascistas constituían una fuerza armada que aseguraba el orden
interno con la misma técnica de violencia
que había permitido la conquista del poder.
En
las elecciones de 1921, cuatro partidos políticos compartieron la
mayoría en la Cámara de Diputados, pero ninguno de ellos consiguió
un número suficiente de bancas como para privar sobre los tres
restantes. Los dos partidos más poderosos de Italia, el Socialista y
el Popular Católica, libraban un constante duelo y ni uno ni otro
estaba dispuesto a apoyar un ministerio encabezado por un
representante del partido rival. Todo esto hacía casi imposible
gobernar.
El
aparato legislativo estaba prácticamente paralizado. A medida que
transcurría el tiempo, la situación se hacía cada vez más
insostenible, agravada por el disgusto general frente a la
interminable y estéril lucha de los partidos. En 1922, el Parlamento
estaba totalmente desprestigiado en todo el país. Los periódicos
denunciaban no sólo el estancamiento de los partidos
políticos sino la ineficacia de todo el sistema de gobierno de
mayorías.
EL
fenómeno no era cosa nueva en Italia, pues muchos habían ya
sostenido en los años de preguerra que el régimen parlamentario era
un artículo de importación,
inadecuado para las condiciones italianas. Pero fue la propagación
de la idea en gran escala
la que habría de estimular definitivamente a los militares que
sostenían la necesidad de implantar un sistema de gobierno regido
por un solo hombre.
7. Las ideas contradictorias de Benito
Mussolini
Probablemente,
lo más acertado sea considerar que el radicalismo de Mussolini nunca
tuvo su origen en una convicción sincera y reflexiva sino en la
necesitada vital de su personalidad
de dar cauce a sus inclinaciones rebeldes.
Nadie
que sustentara una filosofía
definida podría haber cambiado de opinión tan a menudo. No sólo
execró el imperialismo
sino que, una y otra vez, antes de la guerra, difamó a la Iglesia,
vilipendió al Rey y llamó a la bandera italiana "un harapo
digno de ser plantado en un estercolero".
En
1914, al estallar la primera Guerra Mundial, Mussolini sostuvo la
necesidad de que Italia permaneciera neutral. Pero apenas acababa de
adoptar esta posición al parecer terminante, cuando comenzó a
propugnar la participación italiana del lado de los aliados. En
1914, se había trasladado todo su equipaje al campo
intervencionista. Privado de su cargo de director del Avanti, fundó
un nuevo periódico, Il Popolo d´Italia, cuyas columnas dedicó de
lleno a exaltar y azuzar el ardor bélico de Italia.
La
decisión del gobierno italiano en la primavera siguiente, de entrar
en la contienda del lado de los aliados de la Entente, fue
considerada como una victoria personal
por Mussolini, que se incorporó a las filas como soldado raso en
1915, conquistando las jinetas de cabo.
En
1917, fue herido en acción de guerra por la explosión de un obús y
se le permitió reincorporarse a la vida civil para que reasumiera la
dirección de Il Popolo d´Italia, con la esperanza de que pudiera
estimular con su prédica el escaso entusiasmo bélico del pueblo
italiano. Desde entonces, Mussolini luchó afanosamente desde las
páginas de su diario a favor de una revolución fascista.
El
término fascismo tiene un doble origen. Proviene en parte de la
expresión latina fasces, el hacha rodeada de un manojo de cuerdas
que simbolizaba la autoridad
del estado romano y, del italiano fascino, o sea, grupo o bando. Los
fasci fueron organizados ya en octubre de 1914 como células
de agitación cuya misión
era propiciar y difundir la necesidad de que Italia se volcara a la
causa de la Entente. Estos grupos políticos estaban formados por
jóvenes idealistas, futuristas, nacionalistas fanáticos, aburridos
oficinistas e inadaptados de todo género
y especia. Mussolini se constituyó en el jefe máximo del fascino
milanés. Una vez que Italia entró en la guerra, los bandos
fascistas se consagraron de lleno a combatir el derrotismo. Luego
vino el período del escuadrismo (1919-1921). Las actividades
escuadristas comprendían una campaña terrorista contra los
"enemigos del pueblo". Los métodos
consistían en tácticas brutales de la peor espacie, como apalear a
la víctima hasta dejarla inconsciente, extraerle los dientes o
administrarle grandes dosis de aceite
de ricino. El rapto y el asesinato eran dos de las armas preferidas
de las células terroristas. La mayoría de estos ataques fueron
perpetrados contra los radicales, pero en algunos casos las víctimas
eran usureros o terratenientes que se negaban a reducir el monto de
sus arriendos. En Florencia, algunos tenderos tercos fueron apaleados
y sus negocios
clausurados con candados, exhibiéndose en su frente grandes carteles
con leyendas
que decían: "Cerrado por robo reiterado". Mussolini mismo
declaró en una ocasión que: "Unos cuantos cerdos colgados de
los pies en postes del alambrado, representarían un buen ejemplo".
Pero todos estos intentos de atraer a las clases más pobres no
hallaron una respuesta muy vehemente por parte del proletariado, pues
en la mayoría de las regiones de Italia los hijos de industriales
acaudalados o de hacendados eran hartos conocidos como fervientes
discípulos de Mussolini.
La
Plataforma Fascista de 1919
La
Plataforma primitiva del movimiento fascista fue redactada por
Mussolini en 1919. Se trataba de un documento asombrosamente radical
que imponía, entre otras demandas, la necesidad del sufragio
universal, la abolición del senado, el establecimiento por ley de la
jornada laboral
de 8 horas, fuertes gravámenes al capital, un alto impuesto
a la herencia,
la confiscación del 85% de los beneficios de guerra, el ingreso de
Italia en la Sociedad de las Naciones, la "oposición a toda
clase de imperialismos" y la anexión de Filme y Dalmacia. Esta
Plataforma se mantuvo más o menos oficialmente en vigencia hasta el
mes de Mayo de 1920, en que fue reemplazada por una nueva, mucho más
conservadora. En realidad, el nuevo programa omitía toda referencia
a las reformas económicas y se reducía meramente a condenar el
"socialismo de los políticos" y a introducir algunas vagas
afirmaciones acerca de la "reivindicación" de los
principios
por los cuales había sido librada de la guerra. Con ninguna de éstas
plataformas consiguieron el éxito político. Aún después de las
elecciones de 1921, el número de sus representantes en la Cámara de
Diputados no pasaba de treinta y cinco.
La
"Marcha sobre Roma"
Pero
lo cierto es que los fascistas compensaban con creces su escaso
número con una agresividad disciplinada y una notable decisión. Y
cuando la decadencia del viejo régimen hizo crisis al punto de
abdicar prácticamente de sus funciones, se aprestaron a tomar el
poder. En septiembre de 1922, Mussolini comenzó a hablar francamente
de revolución al grito de "Sobre Roma". En octubre de ese
año presentó al gobierno un ultimátum, exigiendo la convocatoria a
nuevas elecciones, una política exterior enérgica y cinco carteras
del ministerio para él y sus partidarios. Como el primer ministro y
el Parlamento ignoraron estas exigencias, Mussolini organizó la
"Marcha sobre Roma". El 28 de octubre el ejército de unos
50.000 militantes fascistas ocupó la capital. El primer ministro
presentó la renuncia a su cargo, y al día siguiente Víctor Manuel
III invitaba a Mussolini a formar un ministerio. Así, sin disparar
un tiro, las legiones de "Camisas Negras", tomaron el
poder. La explicación del fenómeno debe hallarse no en la fuerza
del fascismo, sino en el caos creado por la guerra y en la carencia
absoluta de una firme devoción del pueblo italiano hacia el gobierno
constitucional.
Entre
1929 y 1939 el Estado fascista quedó consolidado en Italia.
Permanecía en el trono el Rey Víctor Manuel III, pero su presencia
era puramente nominal. A la cabeza del estado se hallaba "El
duce"(caudillo). Existía un verdadero culto al jefe, Mussolini,
rodeado siempre de una espectacular escenografía.
La
Revolución Fascista
Ésta
habría de ser sólo la primera etapa de la Revolución Fascista,
puesto que el fascismo implicaba no sólo el control personal del
aparato político del Estado, sino una serie de arrolladores cambios,
que sacudirían hasta los cimientos la estructura política y
económica. En 1923, en julio, Mussolini hizo que el Parlamento
distara una nueva Ley electoral que estipulaba que el partido que
reuniera la mayoría de los sufragios nacionales tendría
automáticamente derecho a disponer de las dos terceras partes de la
cámara de diputados.
En
la primera elección convocada después de haber entregado con vigor
la nueva ley, los fascistas obtuvieron no sólo más sufragios que
ningún otro partido concurrente sino alrededor del 66% del total
general de los votos emitidos. Cuando el nuevo Parlamento abrió en
Mayo de 1924 el período de sesiones, el dirigente socialista
Mateotti acusó a los dirigentes fascistas de haber apelado al fraude
y la violencia para ganar las elecciones. En Junio, una pandilla de
"Camisas Negras" cumpliendo órdenes de miembros del
ministerio fascista raptaron y asesinaron al dirigente socialista. EL
crimen produjo una violenta reacción acompañada de enérgicas
demandas de que los fascistas dejaran el poder, pero a la larga la
tormenta amainó y Mussolini pudo seguir adelante con su plan
de reestructuración radical del sistema política. En 1925 retiró a
todos los abogados antifascistas la matrícula para ejercer su
profesión y abolió el gobierno autónomo en las ciudades y pueblos.
Al año siguiente las reformas culminaron con una disposición por la
cual se declaraba la ilegalidad de todos los partidos políticos con
la sola y natural excepción de aquel del cual era jefe, y que abolía
formalmente el régimen ministerial. A partir de ese momento al
primer ministro sería responsable sólo ante el Rey, en tato que la
labor del parlamento quedaría restringida a la mera ratificación de
decretos.
La
política exterior fue la clásica de esos Estados que buscaban
descargar en el exterior todas las reales o posibles tensiones
internas. El propósito fue hacer crecer el Imperio Colonial. En
Libia se llevó a cabo una intensa política de colonización, se la
presentó como una experiencia piloto de la eficacia
colonizadora. La política agresiva se inició el 3 de octubre de
1935 con el ataque a Abisinia. La diferencia de equipo y de
adiestramiento
dio una abrumadora superioridad sobre los primitivos contingentes
abisinios. El 5 de Mayo de 1936 las fuerzas comandadas por el
mariscal Badoglio se apoderaron de la capital Addis Abbeba; el
emperador (Negus) Haile Selassie perdió su trono y se procedió a la
proclamación del Rey de Italia, Victor Manuel III, como Emperador de
Abisinia. La censura de la Sociedad de las Naciones así como las
sanciones resultaron totalmente inefectivas.
El
Estado corporativo
El
sistema político y económico del estado fascista recibía
oficialmente el nombre de Estado Corporativo, lo cual significaba en
primer lugar, que el gobierno estaba asentado sobre una base
económica. El pueblo estaba representado en el gobierno no en su
calidad
de ciudadanos que habitaban distritos definidos, sino en su condición
de productores. Pero el Estado Corporativo incluía a sí mismo la
idea de que los intereses individuales y de clase debían estar
supeditados a los intereses primordiales del estado. Proscribíase la
lucha de clases entre el capital y el
trabajo y huelgas y paros eran considerados ilegales. En caso de
conflicto entre los trabajadores y la
empresa el estado gozaba de atribuciones para intervenir en
carácter de tribunal de última instancia e imponer la solución que
considerara más conveniente.
La
educación
basada en la disciplina y la obediencia era uno de los pilares de
mantenimiento
del régimen.
La
preocupación nacionalista se manifestaba en la tendencia a aumentar
la población italiana. Se estimuló la natalidad concediendo primas
a las familias numerosas, se prohibió la inmigración y se hizo
propaganda para obtener el regreso de los emigrantes.
El
principio corporativista implicaba asimismo el repudio definitivo del
laissez faire. Aunque la propiedad
privada seguí manteniéndose estructuralmente y los capitalistas
eran reconocidos en su carácter de "clase socialmente
productora", los principios tradicionales de una economía
clásica fueron desterrados definitivamente. Toda actividad económica
de ciudadano estaba sujeta a control del Estado que podía incautarse
de cualquier empresa
comercial o industrial si así lo demandaban los intereses de la
nación.
La
filosofía del fascismo.
Antes
de analizar la filosofía de este fenómeno, deberíamos primero
explicar sus características en líneas generales.
Se
ha dicho repetidamente que el fascismo no constituye una doctrina, y
se citan las propias palabras de Mussolini: "nuestra doctrina es
el hecho", o "los fascistas tenemos el valor de rechazar
todas las teorías
políticas tradicionales; somos aristócratas y demócratas,
revolucionarios y reaccionarios, proletariados y antiproletarios,
pacifistas y anitpacifistas. Nos basta con tener un solo punto de
referencia: la Nación."
La desigualdad de clases es natural y
provechosa.
La democracia igualitaria y el sufragio
universal suponen la ley del número prevaleciendo sobre la calidad.
Son las elites dirigentes las que deben gobernar.
El
Estado tiene absoluta e indiscutible primacía sobre el individuo.
Los principios de disciplina, autoridad y jerarquía deben dominar
en la organización del Estado. "La nación- dice Mussolini- es
creada por el Estado, que da al pueblo, consciente de su propia
unidad moral,
una voluntad y, por consiguiente, una existencia efectiva".
La lucha es fundamental para la
supervivencia. Se debe vivir peligrosamente para probar la
superioridad.
Las libertades individuales no son
derechos, sino concesiones que hace el Estado, siempre y cuando no
sean perjudiciales.
La
guerra no es un azote, ni una maldición, sino un ideal; el
pacifismo no es sino una muestra
de debilidad.
La
teoría
marxista de la lucha de clases es falsa; es necesaria la creación
de un orden social jerárquico.
Los principios liberales y democráticos
deben ser sustituidos por la exaltación del Estado totalitario,
fundado en el sentimiento colectivo y en la mística del jefe.
Italia
debe tener un lugar de primer plano en el mundo, como continuadora
de la grandeza romana.
La
idea del Estado Corporativo fue uno de los elementos fundamentales de
la doctrina fascista, pero de ninguna manera el único. Los restantes
pueden ser brevemente definidos así:
En
la Estructura del Estado Fascista Italiano es característico el
mantenimiento de ciertas formas institucionales tradicionales y al
mismo tiempo la existencia de instituciones paralelas que, sin
suprimir a aquellas, las vacían de contenido.
Continúan
el Rey, el Parlamento y el Ejército, pero el poder está en el jefe
del Estado, en el Gran Consejo, en el Partido Fascista y en las
Milicias.
Existía
un verdadero culto al jefe, muy visible en las grandes
manifestaciones a las que Mussolini aportaba sus naturales actitudes
para dirigirse de modo efectista a las multitudes y provocar en éstas
verdaderas explosiones de entusiasmo. La prensa, la
radio y el cine
se encargaban de mantener este estado de pasión colectiva. La
fórmula "Mussolini siempre tiene razón", artículo octavo
de los diez mandamientos de las milicias fascistas, es altamente
representativa.
La
Ley Electoral de 1928 también es ilustrativa. Establecía las
"listas de confianza", o sea, un proceso previo de
selección
de candidatos, a cambio del Gran Consejos y a propuestas de las
confederaciones nacionales de corporaciones, lo que significaba que
el electorado no tenía opciones entre listas sino que debería
simplemente aceptar o rechazar así elaborada.
El
partido fascista decidido por la consigna "creer, obedecer,
combatir", constituyó la elite dirigente del gobierno y de la
sociedad. En 1932 recibió nuevo estatuto que determinaron su
estructura jerárquica. Su base eran los "fascios", que se
agrupaban en cada provincia en una Federación.
En
cuanto a la acción fascista de encuadramiento de la población, ella
se manifestaba muy claramente en las manifestaciones juveniles, en la
prensa, en la enseñanza y en la política cultural.
10. El régimen a partir de 1936
A
partir de 1936 se produjo un mayor endurecimiento del régimen, que
algunos autores atribuyen a dificultades internas y a imitación del
régimen alemán.
Se agrabó una situación de tensión
contra el rey, cada vez más dejado de lado.
La Cámara de Diputados fue sustituida por
la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones, integradas por el
Consejo Nacional del Partido y el Consejo Nacional de las
Corporaciones.
El
Partido Fascista, asume una mayor intervención en la vida social.
Se habla entonces de un estilo
de vida fascista caracterizado por la rapidez, por el dinamismo
y la decisión. Los ejercicios físicos y las pruebas
deportivas son considerados impresindibles. Se impone el uso de
uniformes para los funcionarios. Se acentúan la preparación
militar de la juventud, y sus organizaciones quedan directamente
sometidas al Partido.
Un
nuevo ministerios,
el de Cultura Popular, controla la prensa, las editoriales y la
producción cinematográfica. Queda prohibida la venta
de obras consideradas antifascistas, las de escritores judíos y de
escritores rusos. Aumenta la exaltación del pasado romano.
- Comienza
una política de discriminación
racial con la publicación oficial del "Manifiesto de defensa
de la raza". Los judíos italianos, considerados ciudadanos de
segunda clase, son excluidos de la enseñanza, de las asociaciones,
del ejército y de la
administración. Con los judíos extranjeros las disposiciones
son más restrictivas aún. De todos modos, en su aplicación
práctica, ésta política discriminatoria no tuvo ni de lejos los
alcances a que llegó en Alemania.
Las
Relaciones con la Iglesia
El
anticlericalismo de los primeros tiempos de Mussolini ya había
desaparecido antes de su acceso al poder. Una vez en él, no olvidó
la importancia que tenía el catolicismo en la sociedad italiana y
Roma en todo el mundo católico. Su propósito de llegar a un arreglo
en el conflicto que enfrentaba al Estado con la Iglesia en momento de
la unidad italiana coincidió con igual propósito del Papa Pío XI,
quien desde su acenso al trono pontificio, había mostrado una
actitud
favorable hacia Mussolini, quizá influido por su antiliberalismo y
anticomunismo.
Después
de largas y reservadas negociaciones se llegó finalmente a la firma
del Acuerdo de Letrán, el 11 de febrero de 1929.
Poco
después de la firma del Acuerdo, ya comenzaron a plantearse
problemas, pues Mussolini lo interpretaba en un sentido restrictivo
de los poderes de la Iglesia. Al presentarlo a la ratificación del
Parlamento, declaraba, entre otros conceptos: El Estado Fascista
reivindica totalmente el derecho de fijar normas morales. Es católico
pero es fascista ante todo, exclusivamente, esencialmente fascista".
La
Economía
El
régimen fascista no cambió su estructura de la economía italiana.
El capital privado continuó gozando de todas sus prerrogativas. Las
empresas
fueron respaldadas a cambio de subordinarse a las directivas
políticas del régimen.
Son
destacables en los primeros años los esfuerzos para impulsar la
producción y para creas más fuentes
de trabajo. La "Batalla del Trigo", tendiente a emancipar
el país de los abastecimientos extranjeros, culminó con gran
aumento en las cifras de la producción, aunque con elevados costos
y a expensas de otros rubros más rentables como frutas y legumbres.
La
hora del Régimen fascista.
Nadie
que esté libre de prejuicios podría negar la hora del régimen
fascista en Italia. En junio de 1940, cuando Italia resolvió
finalmente intervenir en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de
Mussolini, había conseguido reducir notablemente los índices
nacionales de analfabetismo
y había arribado a lo que parecía ser una solución satisfactoria
de la antigua querella con el Papado, había prácticamente liquidado
a la mafia o "mano negra" en Sicilia, e introducido grandes
mejoras en la esfera económica.
Los
"débitos" del fascismo.
Pero
el "libro mayor" del fascismo tiene también su hoja del
"debe". El movimiento oficial en pro del autoabastecimiento
nacional había redundado en un alto porcentaje de encarecimiento en
ciertos renglones de la industria.
Aunque la marcha de los negocios y el nivel de la ocupación eran
indudablemente mucho más estables que en los años inmediatamente
posteriores a la Primera Guerra Mundial, no existían indicios de que
los trabajadores hubieran mejorado sus condiciones de vida. Los
salarios habían subido, pero debido a la alza de precios y a la
campaña de fomento del trabajo caben realmente serias dudas sobre la
existencia de un aumento real del nivel de salarios. Además, los
italianos habían sido obligados por el régimen a comprar la
estabilidad y el orden al precio
de una mortal uniformidad de pensamiento y acción, estado que el
mismo Mussolini había descrito en 1914 como de "aburrimiento e
imbecilidad".
Agreguemos
aquí que el gobierno fascista se lanzó durante su régimen a dos
costosas aventuras: la conquista de Etiopía en 1935- 1936 y la
intervención en la Guerra Civil Española 1936- 1939.
Síntesis.
Etapas de consolidación del poder de Mussolini
Mussolini se reservó la presidencia del
Consejo de Ministros y las carteras del Interior y de Relaciones
Exteriores.
En su primera presentación ante la Cámara,
anunció un programa y amenazó… "Yo podría hacer de esta
sala gris un campamento de soldados". Obtuvo que el poder
legislativo le otorgara plenos poderes.
En diciembre de 1922 se crea el Gran
Consejo del Fascismo, integrado por ministros, subsecretarios,
miembros de la dirección del partido y altos funcionarios; este
órgano tomaba las decisiones políticas, convirtiendo al gobierno
en mero ejecutante.
Acto seguido fue creada la milicia
voluntaria para la Seguridad Nacional, guardia fascista que
reemplazó a la disuelta guardia real.
En 1923 se dispuso la disolución de varias
disoluciones obreras; al mismo tiempo se hicieron concesiones a la
Iglesia Católica y se buscó que el Partido Popular perdiera su
apoyo.
En abril de 1924, mientras Italia
continuaba sacudida por la violencia de los "squadristi",
se celebraron las elecciones parlamentarias. Las listas fascistas
obtuvieron el 65% de los votos.
Al anunciarse el nuevo período
legislativo, el diputado socialista Mateotti fue asesinado por los
"squadristi". Esto provocó un sentimiento general de
repulsa, y el propio Mussolini precipitó algunas renuncias de
dirigentes comprometidos e inclusive algunas detenciones. Una parte
de los diputados de la oposición decidió boicotear las sesiones de
la Cámara hasta tanto fueran disueltas las milicias fascistas.
En enero de 1925 Mussolini ya había
superado la crisis, puesto que la reacción opositora no tuvo
suficiente fuerza como para conmoverlo. El 3 de enero dirigió a la
Cámara un discurso en el que declaró asumir "la
responsabilidad política, moral e histórica por todo lo que ha
pasado", y anunció a estar dispuesto a un enfrentamiento
definitivo con la oposición.
A partir de ese momento la prensa de
oposición es perseguida y se procede a la disolución de
asociaciones consideradas subversivas. La violencia de las milicias
recrudece, y es puesto al frente del partido fascista su dirigente
más intransigente: Roberto Firanacci.
En octubre de 1925, el llamado "Acuerdo
del Palacio Vidoni" establece que la representación obrera, en
sus tratativas con las patronales, será monopolizada por los
sindicatos fascistas.
La ley del 24 de diciembre de 1925 creó
para Mussolini el cargo de "Jefe de Gobierno" con la
totalidad del Poder Ejecutivo, siendo sólo responsable ante el rey;
también suprimió la iniciativa parlamentaria. Un mes más tarde,
otra ley atribuye poderes legislativos al "Jefe de Gobierno".
- El
4 de noviembre de 1926 fueron aprobadas las llamadas "leyes
de defensa del Estado", conocidas como "leyes
fascistísimas", con lo que concluye todo resto de libertad.
Los partidos políticos son disueltos.
A
partir de ese momento, puede considerarse que la fascistización del
Estado ha quedado completada.
11.
La Segunda Guerra
Mundial(1939-1941)
La
primera etapa de la guerra tuvo como principales protagonistas a las
grandes potencias europeas, y se desarrolló fundamentalmente en
territorio europeo.
Los
grandes beligrantes fueron: por un lado, Gran Bretaña y Francia;
por el otro, Alemania
y, desde 1940, Italia.
La
situación de la URSS fue especial. Neutral en la guerra entre los
grandes estados, emprendió acciones
diplomáticas o militares contra sus vecinos (Finlandia, Estonia,
Letonia, Lituania, Rumania) e intervino en la ocupación de
territorios polacos.
En
este lapso perdieron su independencia
varios países: Polonia, repartida entre Alemania y la URSS.
Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Grecia,
los primeros bajo ocupación alemana y el último bajo ocupación
italiana. Estonia, Letonia y Lituania, anexados sin guerra por la
URSS. Yugoslavia fue desintegrada en beneficios de Alemania, Italia,
Hungría y Bulgaria, dando origen además a pequeños estados
satelitales, Serbia y Croacia. Otros países sufrieron la pérdida de
parte de sus territorios: Finlandia, cedió a la URSS el istmo de
Carelia; Rumania cedió a Hungría parte de Transilvania, a Bulgaria
la Dobrudja y la URSS la Besarabia; Francia, después de la derrota,
sufrió la ocupación alemana en gran territorio nacional.
Hubo
pocos neutrales: Suecia, Suiza, Portugal y España:
este último con una neutralidad benévola para con los países del
Eje.
Alemania
aparece durante este periodo como la gran vencedora, y Gran Bretaña
permanece firmemente a la defensiva.
El
nuevo orden alemán
El
nuevo orden europeo, mencionado oficialmente en el pacto tripartito
(Alemania, Italia, Japón)
de septiembre de 1940, tuvo como base:
No
existió una concepción perfectamente elaborada acerca de cómo
debía ser organizado; simplemente algunas ideas contradictorias y
variables
de Hitler
y sus teóricos, y resoluciones rápidas según las circunstancias.
La
política
nazi con los pueblos sometidos se basaba en la discriminación
racial: los pueblos germánicos serían asimilados a Alemania; los
pueblos considerados parientas (holandeses, flamencos, escandinavos)
serían objeto de tratamiento menos severo; los pueblos estimados
inferiores, particularmente los eslavos, serían objeto de los
mayores rigores y destinados a la esclavitud
o al exterminio. Se proyectaban grandes desplazamientos de pueblos,
especialmente en territorios destinados a la colonización alemana
(Polonia, Estados bálticos, Crimea).
Para
activar la represión se solía declarar el "estado
de emergencia civil": tribunales presididos por oficiales de la
SS hacían procedimientos
sumarísimos, culminados las más de las veces con la pena
de muerte sin que el acusado tuviese asistencia letrada.
Cuando
la resistencia
se hizo mayor, fue introducido el principio de responsabilidad
colectiva por sabotaje. Sobre esa base se apresaban rehenes y se les
ejecutaba como represalia. Esta práctica llevaba a la ejecución del
total de la población
local.
Luego,
las deportaciones en masa y los campos de concentración se hicieron
sistemáticos. La lucha contra la oposición se sumó así a la que
desde tiempo
atrás se realizaba contra los judíos,
haciéndolos las principales víctimas de la discriminación
racial. Los campos de concentración (hubo más de mil) fueron
dotados de elementos para el rápido exterminio de todos aquellos que
no resultaban aptos para el
trabajo; son célebres las cámaras de gas
del campo de Auschwitz, Buchenwald, Dachau y Belsen, cuyos
sobrevivientes espantaron por su aspecto físico de desnutrición
y decadencia moral
a los soldados que los liberaron al finalizar la guerra. Se calcula
que por esos campos pasaron más de siete millones de personas, de
las cuales dos tercios murieron allí. A esto se debe agregar la
muerte de los prisioneros de guerra por falta de instalaciones
adecuadas. Particularmente durante la invasión de la URSS, de cinco
millones de prisioneros, se cuentan dos millones de muertos y un
millón de desaparecidos, más la mitad de tres millones de civiles
deportados a Alemania.
12.
El Fascismo
y su dominio psicológico de las Masas
Introducción
Más
allá de las razones políticas,
económicas y culturales que propiciaron el surgimiento del fascismo
-y del nazismo
especialmente-, se deben observar otras razones que no necesariamente
entran en la lógica
de un análisis
racional de este fenómeno. O en palabras del autor
nacionalsocialista Wilhelm Stapel: "Dado el carácter
elemental del nacionalsocialismo, resulta imposible atacarlo con
‘argumentos’. Los argumentos sólo tendrían efecto si el
movimiento
se hubiera impuesto
con ayuda de argumentos".
Si
tomamos el caso de Alemania, la gigantesca acumulación de poder
que ostentaba Adolf
Hitler no estaba basada sólo en coordenadas políticas dentro
del III Reich: la razón principal de este éxito
fue el empleo
de la violencia
psíquica. La propaganda
del régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta Führerideologie
(ideología
del jefe). Renunciando a toda argumentación objetiva, los
llamamientos de Hitler al pueblo alemán consistían en presentar a
las masas solamente "la gran meta final". El tipo de mando
autoritario y carismático (retomando el concepto
de Max
Weber), otra de las características distintivas del fascismo,
tiene una estrecha relación con esta situación de presión
propagandística basada en el miedo.
El
propio símbolo gráfico del fascismo era el de la violencia: el
fascino, del latín fasces, haz de varas que según la leyenda
histórica tiene origen en el primer cónsul de Roma,
Brutus (VI a.c.), quien hizo apalear públicamente a sus hijos y
acabarlos a hachazos por haber conspirado contra el
Estado. Este instrumento de castigo, inspirador de temor, se
convirtió en símbolo del poder en Roma: el haz de varas ligadas con
una cuerda alrededor de un hacha. Los lictores, junto al cónsul,
portaban este emblema para ejecutar en el acto las sentencias de
éste: flagelar, ahorcar o decapitar.
Este
símbolo, devenido en símbolo del fascismo, tenía, en comparación
con la cruz gamada de Hitler, la desventaja de ser muy complicado y
por ello no poder ser dibujado en cualquier parte y por cualquiera,
como sucedía con la svástica, las tres flechas socialistas o la
cruz.
13.
La psicología
de masas del fascismo
El
estudio de la eficacia
psicológica de Hitler sobre las masas debía partir de la idea de
que un führer representante de una idea, no podía tener éxito (no
un éxito histórico sino esencialmente pasajero) más que si sus
conceptos personales, su ideología o su programa
se encontraban en armonía con la estructura
media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un
führer no puede hacer la historia
más que si las estructuras
de su personalidad
coinciden con las estructuras de amplias capas de la población,
vistas desde la perspectiva de la psicología de masas. Dice
Domenach: "es innegable que un cierto número de mitos
hitlerianos correspondían o bien a una constante del alma
germánica, o bien a una situación creada por la derrota, el
desempleo
y una crisis
financiera sin precedentes".
Como
todo movimiento reaccionario, el de Hitler se apoyaba en varias capas
de la pequeña burguesía. Se caracterizaba a este segmento social
mediante la metáfora de un ciclista: "por arriba curva su
espalda, por abajo patalea"("Nach oben buckelt er, nach
unten tritt er", según lo citaba P. Reiwald). Con esto se
quiere explicar un componente psicoétnico del pueblo alemán: la
sumisión hacia quienes están encima y la brutalidad para con los de
abajo. Había también un componente místico en las clases medias
alemanas, que Hitler aprovechó para proclamar que Alemania era la
encargada de cambiar el mundo. Esto, sumado a la proliferación de
corrientes intelectuales
reaccionarias (Gobineau, Wagner, Chamberlain, quienes ponían el
acento sobre todo en la cuestión racial, y otros que apelaban al
espíritu guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas
teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo de cultivo
para la proliferación de este tipo de fenómenos.
Hay
algo evidente: cuanto más numerosa e influyente en una nación
es la clase
media, más probable es que haga su entrada en la escena política
como fuerza
social. Por otra parte, las contradicciones intrínsecas del fascismo
no hacen más que reafirmar su base de masas de clase media. Que los
intereses subjetivos de estas masas hayan sido aprovechados por
Hitler al incluir en su plataforma la lucha contra el gran capital,
y que el fascismo, en su función
objetiva, se haya convertido en defensor fanático del imperialismo
y pilar del orden económico del gran capital, son hechos que llevan
a la convergencia en el nacionalsocialismo.
Para
comprender la ideología, la situación del pequeño campesino,
del funcionario y del comerciante medio hay que tener en cuenta sus
matices económicos, pero fundamentalmente su identidad
familiar común. Si nos focalizamos en las clases medias urbanas,
vemos que la rápida evolución
de la economía
capitalista en el siglo XIX lleva a la pauperización de los pequeños
comerciantes y artesanos. Ante las grandes industrias,
que producen más barato y más racionalmente, las pequeñas empresas
están destinadas a desaparecer. Esta situación los llevaría tarde
o temprano a confundirse con la gris masa del proletariado.
La
pequeña burguesía se rebeló, al fin, contra el sistema,
encarnado en el "régimen marxista" de la socialdemocracia.
Pero dado el carácter competitivo de los estratos medios,
fundamentalmente de los funcionarios del estado, no se observa una
identificación de la pequeña burguesía con sus pares o con los
obreros industriales, un sentimiento de solidaridad,
lo que Marx
acuñó como "conciencia
de clase".
La
conciencia social del funcionario no está determinada por el
sentimiento de una comunidad
de destino con sus colegas, sino por la actitud
cara a la autoridad
establecida y a la "nación".
Para el funcionario esta actitud consiste en una identificación
absoluta con el poder estatal; súbditos con respecto a la autoridad,
se convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus
relaciones con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una
especial protección moral. Esta identificación con la
administración del Estado y la nación, que puede resumirse en
la fórmula: "Yo soy el Estado", es una realidad psíquica
que nos proporciona uno de los mejores ejemplos de una ideología
convertida en poder material. Como resultante de su dependencia
material, su personalidad se transforma a imagen
de la clase dominante. En palabras de W, Leich: "Por tener los
ojos perpetuamente clavados en lo alto, el pequeño burgués acaba
por cavar una fosa entre su situación económica y su ideología".
Esta "mirada clavada en lo alto" es lo que distingue
esencialmente a la estructura pequeño burguesa de la del obrero de
la industria
en Alemania. En otros países, como EEUU, el "aburguesamiento"
de los trabajadores de la industria anula esta distinción.
Para
penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la supresión de las
clases, o sea la supresión del proletariado, recurriendo al
sentimiento de vergüenza que sufre el trabajador manual
(el desprecio por este tipo de tareas es uno de los elementos
reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar al empleado
de oficina).
Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo traen
consigo una ideología de familia
rural que es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y
nacionalistas. Otro elemento a tener muy en cuenta es la importancia
que revisten los pequeños hábitos diarios, hecho sistemáticamente
ignorado por el movimiento revolucionario. Lejos de ser costumbres
propias de este estrato social, constituían la expresión visible de
que se acusaba recibo de la propaganda nacionalsocialista. La
represión de la
mujer, el vaso de cerveza
bebido en familia, el traje "elegante" de los domingos
-todos ellos símbolos
del adocenamiento que se estaba produciendo-, penetraban en cada
rincón de la existencia cotidiana, mientras que el trabajo
de la fábrica y los panfletos revolucionarios no actuaban más que
durante unas horas.
De
este modo, cuando la crisis económica impactó a esta capa social,
su sensibilidad revolucionaria estaba embotada producto
de decenios de estructuración conservadora. La afirmación comunista
de que la política de la socialdemocracia le había abierto las
puertas al fascismo era exacta desde el punto de vista de la
psicología de masas. Afirma W. Leich que "a falta de
organizaciones revolucionarias, decepcionado por la socialdemocracia
y angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y el
pensamiento
conservador, el trabajador se arroja en los brazos del fascismo".
14. La captación de las masas
La
manipulación de las masas llevada a cabo por el fascismo parece
inconscientemente inspirada en la doctrina de Pavlov y sus reflejos
condicionados, leyes
que rigen las actividades nerviosas superiores del hombre.
La propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra,
constituía el elemento fundamental con el que se atraía nuevos
adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad
propagandística tiene dos funciones
primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo
reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante
un número reducido de ideas. Los que sucumben ante esta estrategia
son pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resulta de una
sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor
soviético Serge Tchakhotine afirmaba que esta porción de la
sociedad
poseía un sistema
nervioso inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse
dominadas y guiadas.
Entre
los factores visuales utilizados para atraer a las masas, se observa
el predominio del color
rojo (al que se le atribuye una acción
fisiológica excitante y es utilizado generalmente por partidos de
izquierda o pretendidamente "revolucionarios") y los
uniformes militares de colores
vistosos. Según palabras de Domenach: "la propaganda toma de la
poesía
la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la
violencia de las imágenes".
Para actuar sobre los sentimientos de amor
y alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos sublimados, se
debían utilizar los bailes públicos, las tonadas populares,
desfiles con la presencia de gimnastas o flores.
En
el aspecto social, Hitler copió las prácticas de la Iglesia
Católica, en las que el incienso, la semioscuridad y las velas
encendidas crean un estado especial de receptividad emotiva.
En
los mitines, había que tener en cuenta la habilidad de los oradores
para alternar lapsos de tensión discursiva con comentarios
relajados, manteniendo así a la multitud expectante. Las directivas
para la "creación de entusiasmo" en la multitud (arengar a
la masa, entonar himnos combativos, acompañar las consignas con
movimientos del cuerpo, por ejemplo el puño en alto, lo que
constituía la llamada "gimnasia
revolucionaria") son en buena parte acústicas; los "tóxicos
sonoros", como los llama De Felice. El ritmo y la cadencia de
los sonidos van acompañado de un bloqueo de la conciencia,
propiciando un estado de naturaleza
hipnótica. La música
instrumental es el más eficaz de estos tóxicos. En ella, los
instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante, ya que son
los encargados de llevar el ritmo. El timbre de algunos instrumentos
como la trompeta tiene la propiedad
de causar una exaltación general.
15. La violencia psíquica
Un
rasgo característico de la propaganda hitleriana era crear alrededor
del nombre del líder
una especie de leyenda de héroe nacional, para mantener a las masas
en un estado de esclavitud psíquica. Hitler afirmó en su libro
"Mein Kampf" ("Mi lucha") que "la propaganda
política es el arte
esencial de guiar políticamente a las grandes masas". Y en el
congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: "la propaganda nos ha
llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido conservar
desde entonces el poder; también la propaganda nos concederá la
posibilidad de conquistar el mundo".
Si
se trata de teorizar acerca del rol de la propaganda en el III Reich,
nadie mejor que los propios involucrados. Goebbels decía al respecto
que "la propaganda debe tender a simplificar las ideas
complicadas". Hitler precisa en su libro (transcripto en su
mayor parte por su adláter Rudolf Hess en prisión luego del fallido
Putsch de Munich en 1923): "hay que reducir tanto más el nivel
intelectual de la propaganda cuanto mayor es la masa de hombres a los
que se quiere llegar".
La
propaganda hitleriana se valía del sentimiento nacional del pueblo
alemán, de su tendencia chauvinista. Otros aspectos de este fenómeno
eran la persecución antisemita (encarada con una brutalidad tal
desde la propaganda hasta convertirse en su talón de Aquiles en el
exterior) y la demagogia social desenfrenada en el orden interno. Uno
de los atributos característicos del fascismo, la valoración
positiva del uso de la violencia, se refleja en las siguientes
palabras de Hitler: "la primera de las condiciones para el éxito
consiste únicamente en la aplicación perpetuamente uniforme de la
violencia". La "persuasión por la fuerza", campañas
propagandísticas cuya base era el miedo, era el denominador común.
Rara vez en los discursos
del führer dejaba de haber un llamamiento a la violencia, una
amenaza velada o una apología de la fuerza militar.
Domenach
decía que "el hitlerismo corrompió la concepción leninista de
la propaganda e hizo de ella un arma en sí, de la que servirse
indiferentemente para todos los objetivos.
Las consignas leninistas tenían una base nacional, aunque se
adhieran en definitiva a unos instintos y a unos mitos fundamentales.
Pero cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la raza y la sangre
a una muchedumbre fanatizada, que le respondía con sus ‘Sieg Heil
’, sólo le preocupaba sobreexcitar en lo más hondo de ella el
deseo de poderío y el odio. Esta propaganda no designa unos
objetivos concretos: se vierte en forma de gritos de guerra, de
imprecaciones, de amenazas y de vagas profecías, y si hay que hacer
promesas, éstas son tan insensatas que sólo pueden llevar al ser
humano a un nivel de exaltación en el que éste contesta sin
reflexionar".
Otra
regla es la de no hablar nunca en condicional. "Sólo la
afirmación indicativa o imperativa nutre la psicosis
de poderío y la psicosis de terror entre los enemigos. ("Mein
Kampf "). Por otro lado, Hitler le asignaba a la unidad de mando
el éxito de cualquier propaganda política, ya que, según él, "el
fuerte es más fuerte cuando se queda solo". Constantemente en
sus discursos se repetía que los nazis eran los vencedores -o que
vencerían-, para "provocar la fuerza de sugestión que procede
de la confianza en uno mismo". Este precepto está estrechamente
ligado a otra característica de la propaganda hitleriana: el empleo
de la mentira.
Lo
que Hitler comprendió a la perfección -sin conocer la teoría
de los reflejos condicionados- en lo que refiere a las condiciones
del éxito de su propaganda, fue la regla de su repetición. Dice al
respecto: "todo el genio
desplegado en la organización
de una propaganda no lograría éxito alguno si no se tuviera en
cuenta, siempre con el mismo rigor, un principio fundamental: debe
limitarse a un número reducido de objetos y repertirlos
constantemente. La perseverancia es la primera y más importante
condición del éxito". Por esta razón machacaba sin cesar en
las masas sus slogans o "divisas-microbio",
sus símbolos sonoros y escritos.
16.
Goebbels y sus estrategias
propagandísticas
Joseph
Goebbels -quien paradójicamente había sido criado en una casa de
tradición judía al igual que su mujer,
Magda- fue quizás el único verdadero intelectual de los altos
mandos nazis. A cargo del Ministerio de Propaganda, se convirtió en
el principal aliado de Adolf Hitler en su tarea de obnubilar a las
masas mediante tácticas maquiavélicas de manipulación de
información
y control
absoluto sobre prensa
gráfica, radio,
cine,
arte, literatura
e incluso teatro.
La
información acerca de los alemanes era obtenida mayormente de la
Sicherheist-Dienst (SD) de la policía secreta. Además, Goebbels
dependía de sus propias Oficinas de Propaganda del Reich, de
funcionarios alemanes y de contactos con civiles o soldados. Los
datos
sobre países aliados, neutrales o enemigos eran recopilados a partir
de espías, conversaciones telefónicas interceptadas e
interrogatorios de prisioneros.
En
la línea del centralismo
de poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad de
funciones posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó a roces con
titulares de otras carteras (el Ministerio de Asuntos Extranjeros
incluso el Ejército).
Un
asunto muy importante en estos menesteres era el de la credibilidad:
sólo ésta debía determinar si los materiales
de la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para Goebbels lo
importante era lo expeditivo y no lo moral. Para mantener la
credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser utilizada con la
mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras eran útiles cuando
no podían ser desmentidas.
No
se tenía el menor escrúpulo respecto del uso de la censura. "La
política de las noticias
-aseveró Goebbels- es un arma de guerra; su propósito es el de
hacer la guerra y no el de dar información". La política
habitual consistía en suprimir materiales considerados indeseables
para el público alemán para luego usarlos como propaganda en el
exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias referentes a
un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas en países
extranjeros, pero no en Alemania para no aterrorizar a los familiares
de los soldados.
Un
elemento manejado con maestría por parte de Goebbels era la llamada
"propaganda negra". Se denominaba así a aquel material
cuya fuente quedaba oculta para la audiencia. Se presumía que el
hecho de desperdigar rumores para que actuaran por sí solos como
propaganda tendría más posibilidades de ser creído si las
autoridades alemanas no estaban relacionadas con él. También se
utilizaban medidas negras para combatir rumores indeseables dentro
del Reich, ya que una desmentida oficial, según Goebbels, no haría
más que reforzarlos.
Otra
metodología
significativa era etiquetar los acontecimientos y las personas con
frases y consignas distintas pero fácilmente retenibles. La tarea de
Goebbels consistía en vincular los sucesos con los cliché verbales
que iban a adquirir un especial significado. Estas denominaciones
debían ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones
apropiadas. "Prohibo utilizar la palabra Führer en la prensa
-dijo Goebbels- cuando es aplicada a Quinsling, pues no considero
justo que se aplique el término Führer a ninguna otra persona
que no sea el propio Führer".
Otro
de los principios
propagandísticos de Goebbels cuya comprensión ayuda a explicar el
fenómeno de persecución y exterminio de minorías (judíos,
gitanos) era el que rezaba que "la propaganda debe facilitar el
desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el
odio". En general, la táctica era desplazar la agresividad
alemana hacia algún grupo marginal como los antes citados.
Por
último, el propio Goebbels reconocía seis situaciones en las que la
propaganda era impotente o tenía muy escaso margen de acción:
Impulso básico sexual
Impulso básico del hambre
-
Alteración de impulsos religiosos
Ataques aéreos enemigos
Situación
militar desfavorable
Fue
ante estos acontecimientos -principalmente los dos últimos-,
generalizados a lo largo del territorio alemán a partir de 1943, que
el régimen nazi comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a
principios de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron
Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la consolidación de las
Schutzsaffel, conocidas como SS, la GESTAPO y la red
de campos de concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su
esposa envenenó a sus hijos para posteriormente quitarse su propia
vida..
Notas
finales
A
grosso modo, la propaganda hitleriana esta caracterizada
principalmente por tres elementos:
Renuncia a las consideraciones morales.
Apelación a la emotividad de las masas.
Empleo
de reglas racionales para la formación de reflejos condicionados
conformistas en las masas.
Es
imprescindible el análisis a fondo de la propaganda fascista y su
impacto en las masas para así comprender cómo las masas fueron
engañadas, desorientadas y sumidas a influencias psicológicas.
En
Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos personalidades más
notorias del movimiento nazi, como sus adláteres (entre los que se
destacan Hermann Göering, quien sólo estaba detrás del Führer en
la cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y
la cartera de Economía; Baldur von Schirach, líder del movimiento
juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las Sturmabteilung o SA y fue
asesinado durante la llamada "Noche de los Cuchillos Largos"
en 1934) son los referentes ineludibles de este fenómeno. Mussolini,
por su parte, sólo contaba con un Ciano a su disposición para estos
fines, pero fue el inspirador de muchas de las técnicas
adoptadas por Hitler durante su estadía en el poder.
Quizás
una de las dinámicas inherentes a las técnicas propagandísticas,
el bluff en todo momento y lugar, haya sido uno de los factores que
contribuyó al derrumbe de esta parafernalia -y luego del propio
régimen- al volverse contraproducente en momentos de reveses bélicos
e incertidumbre en la población civil.
La
era de la república
Alemania
sucumbió al fascismo mucho después que Italia, debido a que las
fuerzas del nacionalismo
y el militarismo habían pasado por un período de temporario
descrédito a raíz de la derrota sufrida por la nación alemana en
la primera Guerra Mundial. De 1918 a 1933,Alemania fue una república.
La revolución
que derrocó al Káiser llevó al poder a una coalición de
socialistas, centralistas y demócratas liberales. En 1919, los
dirigentes de los tres partidos redactaron la constitución
de Weimar. Estipulaba el sufragio
universal, el régimen de gobierno
ministerial y una Carta
de derechos
que garantizaba no sólo las libertades de derechos tradicionales,
sino el derecho del ciudadano a disponer una ocupación, a recibir
una educación
y a estar protegido contra los riesgos
de la sociedad industrial.
Los
reaccionarios y otros extremistas conspiraban infatigablemente contra
ella. El caos económico que había sido el amargo saldo de la paz
impuesta por los aliados, hubieran minado la confianza popular en
cualquier régimen. A todo esto, el pueblo alemán tenía muy poca
experiencia en materia
del gobierno democrático. La
república de Weimar era el fruto de una revolución impuesta por
la fuerza a la nación alemana en la hora de la derrota.
Causas
determinantes del triunfo del nazismo en Alemania: la derrota en la
guerra
Los
factores que llevaron al triunfo final del nazismo alemán fueron
variados. El primero fue el sentimiento de humillación nacida de la
derrota. El pueblo alemán no podía creer que sus invencibles
ejércitos hubieran sido vencidos realmente en el campo de batalla.
No tardó en crecer y alimentarse la leyenda de que la nación
germana había sido arteramente "apuñalada por la espalda"
por los socialistas y judíos del gobierno.
La
inflación de 1923
El
segundo factor entre cuantos condujeron al nacimiento y desarrollo
del movimiento nacionalsocialista, fue la rápida inflación de 1923;
producto en buena parte de la invasión y ocupación del valle de
Ruhr por un ejército francés. Los franceses sostuvieron que los
alemanes estaban deliberadamente eludiendo satisfacer el pago de las
reparaciones de guerra y que la única manera de obligarlos a cumplir
con lo pactado era introducir fuerzas militares en su territorio.
Alentados por el propio gobierno, los trabajadores se declararon en
huelga.
El gobierno alemán trató de apoyarlos emitiendo enormes cantidades
de papel moneda. El marco alemán había sido ya desvalorizado a raíz
de los pagos por reparaciones de guerra y la continua fuga de las
reservas de oro,
pero a partir de ese momento el proceso
de desvalorización de la moneda se precipitó en un verdadero
tobogán. La carrera de desvalorización adquirió una velocidad
fantástica, hasta que llegó al fondo del pozo en noviembre de ese
año.
Debido
a que los agricultores no podían seguir aceptando el marco en pago
de sus productos,
al gobierno no le quedó otro remedio que emitir un nuevo circulante
respaldado con riqueza tangible. Los efectos de esta formidable
inflación y el consiguiente repudio del pueblo alemán, fueron
desastrosos para ciertas clases. Los miembros de la pequeña
burguesía, que obtenían sus ingresos
de salarios
o rentas fijas, se vieron de la noche a la mañana reducidos a la
miseria.
Por
otra parte, miles de astutos especuladores medraban a costa de la
situación y se hacían ricos rápidamente; en unos casos especulando
sobre las fluctuaciones del marco y en otros casos comprando por
centavos grandes negocios
y saldando el remanente de la deuda con circulante desvalorizado.
Algunos eran judíos, pero abundaban también los alemanes de pura
raza aria que no vacilaron en hacerse una fortuna por ese medio. Lo
cierto es que, la avidez de los especuladores ejerció un desastroso
efecto entre los despojados miembros de la pequeña burguesía,
acentuando su descontento.
Del
militarismo y el terror al bolcheviquismo
Entre
otros factores que contribuyeron al nacimiento del nacionalsocialismo
cabe el hecho de que Alemania había sido siempre un Estado militar,
imbuido de las más profundas tradiciones de orden y disciplina.
Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia,
características de la vida militar, eran las virtudes cardinales de
la
moral nacional, caras por ello mismo al alma del pueblo. En
consecuencia, muchos patriotas comenzaron a demostrar su preocupación
por la irresponsabilidad y el relajamiento que parecían caracterizar
al régimen republicano de gobierno.
Otras
de las causas concurrentes era el temor general al comunismo.
Los marxistas alemanes dieron en llamarse a sí mismos
espartaquistas. Luego habrían de adoptar el nombre tradicional de
comunistas. En las elecciones presidenciales de 1932, el Partido
Comunista Alemán consiguió más de la séptima parte del total de
votos escrutados. Tal como sucediera en su momento en Italia, muchos
capitalistas y propietarios comenzaron a dar señales
de alarma ante el auge de lo que consideraban un inminente peligro de
revolución bolchevique y, secretamente, empezaron a apoyar a los
nazis.
Los
efectos de la depresión
El
factor más importante que precipitó el triunfo final del nazismo,
fue la gran depresión.
Ello resulta del hecho de que el Partido Nacionalsocialista jamás
había podido obtener más de 32 bancas en el Reichstag antes de las
elecciones de 1930. Después de 1929 consiguió el apoyo de los
campesinos, los estudiantes universitarios, de millones de
desocupados y de los agricultores; con la esperanza de ver aliviada
su situación al borde del colapso.
Todas
las profesiones estaban saturadas de graduados con un título abajo
del brazo y ninguna perspectiva visible de progreso. Jóvenes que
jamás habían conseguido un empleo y que no podían por lo tanto
aspirar ni siquiera a las compensaciones gubernamentales por
desempleo, fueron fácil presa de las activas promesas de los
agitadores nazis. Los más viejos cayeron a su vez, víctimas del
juego.
La mayoría de la población no se había entregado al nazismo, pero
la desesperación general rea tan grande que habría de llevarlos
fatalmente a hacharse en brazos del primero que prometiera liberarlos
de la confusión y el miedo. Para la mayoría de ellos, la pérdida
de libertad
política e intelectual era un sacrificio mínimo comparado con los
beneficios representados por la prometida seguridad
económica.
La
revolución nazi comenzó de una manera al parecer inofensiva. En el
verano de 1932, el régimen parlamentario se había desmoronado.
Ningún canciller podía conservar el apoyo de la mayoría en el
Reichstag, pues los nazis se negaban sistemáticamente a apoyar a
cualquier ministerio que no estuviera encabezado por Hitler, y los
comunistas, por su parte, eran opuestos a colaborar con los grupos
socialistas. En enero de 1933, un grupo de reaccionarios compuestos
por industriales, banqueros y junkers presionaron al presidente von
Hindenburg para que designara canciller a Hitler.
Estaba
dispuesto que sólo habría tres nazis en el gabinete. Pero los
auspiciadores del plan
no supieron advertir el tremendo renacimiento
de los sentimientos nacionalistas que respaldaban el movimiento nazi.
Hitler no perdió el tiempo y aprovechó al máximo ésta
oportunidad. Procedió a intimidar a sus opositores con todas las
armas
que poseía, suprimiendo las organizaciones gremiales y tomando
enérgicas medidas contra comunistas y socialistas. Persuadió a von
Hindenburg para que disolviera el Reichstag y convocara a nuevas
elecciones el 5 de marzo.
Los
nazis obtuvieron menos de los votos populares necesarios para
asegurarse la mayoría, con un porcentaje de apenas 288 bancas sobre
el total de 647. Pero, sumando los 52 representantes elegidos por sus
aliados, Hitler obtuvo los votos necesarios para que se le acordaran
poderes prácticamente ilimitados.
Consolidación
del régimen nazi
En
el término de pocos mese, otros cambios más drásticos y radicales
habrían de sobrevenir. Alemania altamente centralizado a partir de
la destrucción del principio republicano federal. Todos los partidos
políticos, con excepción del nacionalsocialista, fueron declarados
fuera de la ley.
El control totalitario se extendió a la prensa, la
educación, la actividad cinematográfica y teatral, la
radio y muchas ramas del comercio
y la industria. Comenzaron a tomarse drásticas medidas contra los
judíos, que fueron eliminados de los puestos públicos, privados de
su ciudadanía
y proscritos de toda actividad teatral y editorial, excluyéndoselos
al mismo tiempo de las universidades.
Los
radicales del partido se fueron envalentonando, hasta exigir que se
prestara más atención
a los aspectos "socialistas" del programa nazi. Una facción
interna, acaudillada por Ernest Roehm comenzó a criticar la política
del gobierno, tildándola de excesivamente conservadora, hecho que
movió a Hitler a acusarlo de conspirar para derrocarlo. El resultado
fue que Roehm y por lo menos un centenar de sus partidarios fueron
asesinados por Hitler, Goering y la policía secreta. Con el correr
de los años, todo el régimen pareció desplazarse hacia una
orientación cada vez menos radical.
Los
elementos de debilidad
El
imperio nazi, a pesar de su aparente fortaleza, sería derrotado;
ante todo por la formidable coalición que pudo ser organizada en su
contra, pero también porque detrás de las apariencias
impresionantes escondía importantes elementos de debilidad. En
primer lugar, los propios de todo imperio que, llegado un grado de
crecimiento, ve aumentar proporcionalmente las dificultades de
organización y de represión de las oposiciones que suscita.
Agréguese la incapacidad de ganarse la buena voluntad de los aliados
y las rivalidades internas entre la SS, la Gestapo, el ejército y
los principales dirigentes que rodeaban a Hitler y pugnaban por
desplazarse los unos a los otros. Súmese igualmente al carácter di
Hitler, personalista, reacio a los asesoramientos y proclive a
conducir la política o las operaciones
militares dejándose llevar por factores irracionales; su concepción
de la guerra relámpago impidió una preparación industrial para
grandes plazos y una movilización mejor de sus grandes recursos
potenciales. Y el panorama se completa con la resistencia cada vez
mayor de las poblaciones sometidas y la
organización de movimientos de rebeldía que se transformarían
en una verdadera guerra de guerrillas.
El
fascismo alemán comparado con el fascismo italiano. El racismo.
En
cuanto a su filosofía,
puede decirse que el fascismo alemán tenía una manifiesta afinidad
con su congénere italiano. Ambos movimientos eran esencialmente
colectivistas, autoritarios, nacionalistas, militaristas y románticos
por definición (en el sentido de su antiintelectualismo). Pero
mediaban, no obstante, algunas diferencias manifiestas. El fascismo
italiano nunca tuvo una base racial. Si bien es cierto que después
de la formación del eje Roma–Berlín, Mussolini promulgó algunos
decretos antisemitas, la mayoría de ellos parecen no haber sido
cumplidos al pie de la letra. Por el contrario, el nacionalismo hizo
del factor racial el pilar central de su teoría, argumentando que la
raza aria tenía en los nórdicos sus más perfectos exponentes, era
la única en todo el género
humano que había hecho contribuciones realmente significativas al
progreso de la humanidad. Sostenían además, que las grandes obras y
las cualidades intelectuales de un pueblo eran fatalmente
determinadas por la sangre. Deducían de ello que ninguna ciencia,
literatura i música judía podrían representar jamás a la
verdadera nación alemana. Pero la verdadera razón por la que los
nazis persiguieron a los judíos parece radicar en el hecho de
necesitar imperiosamente una víctima propiciatoria sobre cuyas
espaldas descargar la responsabilidad de los graves problemas
que afligían a la nación.
Otra
de las diferencias entre el fascismo alemán e italiano, reside en el
hecho de no haber sido plenamente desarrollado en Alemania el Estado
en su forma corporativa. Por supuesto, una y otra forma de fascismo
implicaban por igual la abolición del derecho de huelga y el
absoluto sometimiento de las actividades económicas al control
político, pero en Alemania no existía ninguna forma de
representación directa de los intereses económicos en las altas
esferas del gobierno. Los miembros del Reichstag siguieron siendo
elegidos por el sistema de distritos geográficos y el Estado
conservó su carácter exclusivamente político. Finalmente, puede
decirse que el nacionalsocialismo era mucho más vehemente y fanático
que el fascismo italiano.
El
gobierno del Tercer Reich
A
pesar de los profundos cambios teóricos del nuevo régimen, se
permitió que perduraran muchas de las formas tradicionales del
antiguo régimen. Técnicamente, la nación seguía siendo una
república. Hitler añadió inmediatamente a la autoridad que ya
poseía como canciller, la de presidente, y con el consentimiento de
la nación, manifestado a través de un plebiscito, adoptó el título
de Fuehrer und Reichskanzler (líder y canciller del Reich). El
parlamento alemán fue también conservado, aunque pasó a ser un
cuerpo unicameral reducido exclusivamente al Reichstag.
Complejidad
de los fundamentos de la importancia histórica del fascismo
La
importancia histórica del fascismo en cualquiera de sus dos
manifestaciones, italiana o alemana, sigue siendo un tema de
controversia que divide a los estudiosos de la historia moderna.
Algunos argumentan que sólo se trató de un movimiento de
entronización de la fuerza por parte de los grandes capitalistas
empeñados en rescatar el derrumbe a su agonizante sistema. Pero ni
el fascismo de Mussolini ni el nacionalsocialismo alemán mostraron
en sus comienzos ninguna inclinación por proteger los interese de
los monopolios. El propósito que los animaba era diametralmente
opuesto; aunque no debemos olvidar que la toma del poder en ambos
casos dependía en alguna medida del apoyo de los terratenientes y
capitanes de la industria. Otra de las interpretaciones de fascismo
pretende explicarlo como una reacción de los deudores contra sus
acreedores.
Otros
historiadores del movimiento lo interpretan como una rebelión contra
el comunismo. Lo más probable es que el fascismo haya sido una
combinación de todos esos factores y de otros que no figuran en la
lista. Se podría decir que era un producto del orgullo nacional y de
una demanda
de fuerza y eficacia para solucionar los problemas de una sociedad
caótica, indescriptiblemente complicada por la segunda revolución
industrial y por la desilusión y el colapso económico que
sucedieron al estallido de la primera Guerra Mundial.
19. Consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial
Las
víctimas
El
número de muertos (según las cifras más aceptadas) llegó a 50
millones. A esta pavorosa cifra hay que sumar las perturbaciones de
los prisioneros, las secuelas de los campos de concentración, la
desorganización familiar, el hambre y le esfuerzo de adaptación de
los soldados vueltos a ala vida civil.
La
destrucción
Desaparecieron
ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas
industriales, así como se afectaron los campos más fértiles.
Los
vencidos:
Alemania
debió aceptar la rendición incondicional y los aliados dividieron
su territorio en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa,
francesa y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona
rusa, también fue dividida en cuatro zonas de ocupación. El tratado
de paz firmado entre los E.E.U.U. y algunos de sus aliados con el
Japón, no fue suscrito por la U.R.S.S.
Alemania
sufrió el desmantelamiento de su aparato industrial.
Los
cambios territoriales
Austria
y Checoslovaquia recuperaron su autonomía. La frontera
polaca siguió la línea del Order-Neisse; en consecuencia, Alemania
perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este de
dicha línea. Los aliados de Alemania (Bulgaria, Hungría, Rumania y
Finlandia) firmaron tratados
de paz con los aliados, imponiéndose las condiciones dictadas por
los soviéticos que ocupaban esos países.
Italia
perdió su imperio colonial; Trieste fue entregada a una comisión
internacional, en tanto que l Venecia Julia pasó a manos de
Yugoslavia. Japón perdió sus conquistas. China
recuperó Formosa, y la U.R.S.S., Salajín. Los E.E.U.U., por su
parte, ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico, y Corea
quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas.
Los
cambios políticos
Europa
perdió el poder global que conservaba de la guerra. Nació una
"bipolaridad" del poder encarnado por dos superpotencias:
E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas monarquías cedieron paso a regímenes
republicanos: tales los casos de Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania
y Bulgaria. El "mundo comunista" extendió su influencia
sobre Europa
Oriental y los Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto
ideológico: por un lado los cumistas y, por otro, las democracias
occidentales. Nació la "era nuclear" y, paulatinamente,
fue imponiéndose un nuevo "equilibrio
del terror".
La
Naciones
Unidas: un instrumento creado para servir la paz internacional
Las
divergencias y los diferentes puntos de vista entre las naciones no
impidieron buscar una fórmula de compromiso que analizara las
relaciones entre los países.
Cuando
culminaba la guerra (ya próximas a ser derrotadas las potencias del
Eje), los aliados determinaron integrar un organismo internacional
para afianzar la paz y la colaboración entre las naciones.
Esta
nueva organización venía a reemplazar a la malograda Sociedad de
las Naciones, surgida luego de la Primera Guerra
Mundial. Las bases de esta entidad internacional se elaboraron en
la Conferencia
realizada en Dumbrton Oaks (E.E.U.U.) entre agosto y octubre de 1944
con la presencia de delegados de los E.E.U.U., la U.R.S.S., Francia,
Gran Bretaña y China.
La
carta de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) fue
redactada en San Francisco, por los representantes de 50 naciones,
entre abril y junio de 1945. La constitución oficial se produjo al
firmarse la
Carta, el 24 de octubre del mismo año.
Estas
naciones comenzaron un gigantesco esfuerzo, primero defensivo, luego
ofensivo, que no terminaría hasta el día de la victoria.
El
tono de la vida política de 1942-1945 se hizo distinto:
Hubo tregua entre los grandes partidos y se
formaron gobiernos de unidad nacional en los que la responsabilidad
era compartida por mayorías y minorías.
Los
partidos comunistas de Occidente cambiaron de actitud, no sólo con
respecto a la guerra –a la que hasta 1941 habían considerado
imperialista- sino con respecto a la lucha de clases, que fue
postergada por el objetivo
primordial de vencer al nazismo.
El antifascismo se convirtió en la gran
consigna de la hora. El anticomunismo, que había tenido hasta
entonces considerable influencia en la vida política de Occidente,
quedó eclipsado por una corriente de simpatía hacia la resistencia
de la URSS frente a la invasión nazi.
En los tres grandes Estados se produjo, de
hecho, una gran concentración de poder en manos de los principales
estadistas del momento: Roosvlet, Churchill, Stalin.
El régimen soviético, con respecto a cuya
solidez interna se habían planteado tantas dudas en el momento de
la invasión alemana, dio un rotundo mentís a aquellas
especulaciones con la unidad y determinación mostradas en el
rechazo del invasor.
Los grupos dirigentes de preguerra se
eclipsaron en muchos países, dando paso a elementos más eficaces y
dinámicos; de los movimientos de resistencia surgió una corriente
de renovación de la vida política.
-
Tanto
en los documentos
públicos como en las manifestaciones de los estadistas surge la
promesa de un mundo de futuro distinto, con cambios políticos,
sociales y económicos profundos. Estos propósitos fueron
enunciados por primera vez en un documento internacional en la Carta
del Atlántico (Roosvelt-Churchill, el 14 de abril de 1941). Se
proclamaba en ella el respeto
por el derecho de autodeterminación de los pueblos, el deseo de que
existan en el futuro "normas
mejoradas de trabajo, desarrollo económico y seguridad social",
y la confianza de que "después de la destrucción final de la
tiranía nazi…los hombres puedan vivir libres de temor y la
necesidad". Los documentos posteriores reafirmaron y
desarrollaron estos principios con la adhesión de loa otros Estados
de la coalición. Y los movimientos populares, particularmente los
de resistencia, los proclamaron como objetivos primordiales de la
guerra junto a la derrota del nazismo.
Propósitos
fundamentales de la O.N.U
Mantener la paz y la seguridad
internacional.
Fomentar relaciones amistosas entra las
naciones y la solidaridad internacional.
Promover
la cooperación internacional para la resolución de problemas de
orden económico, social y cultural.
La
Guerra Fría: tensión entre las potencias
La
derrota del totalitarismo nazi-facista no garantizó las buenas
relaciones entre las potencias vencedoras. Los enfrentamientos
ideológicos, mantenidos latentes entre los "tres grandes"
durante la guerra, afloraron apenas ésta terminó. El año 1947 se
señala como el de la iniciación de la "guerra
fría", expresión usada para definir la tensión entre los
bloques opositores (la U.R.S.S. y las llamadas "democracias
populares" frente a las democracias occidentales). Ambos bloques
iniciaron una carrera armamentista que llegó al borde de a "guerra
caliente", mediante un espionaje internacional organizado,
permanentes reclamos diplomáticos, y una eficiente propaganda.
La
"Doctrina Truman"
Muerto
el presidente Roosevelt, quien mantuvo una política de concesiones
frente a la U.R.S.S., las relaciones ruso-norteamericanas fueron
variando. Truman replanteó la política de su país: para ello, tuvo
en cuenta los exitosos avances soviéticos sobre Europa Oriental y
Central y en ciertas regiones de Asia,
que perturbaban peligrosamente el equilibrio del poder. En
consecuencia, la "doctrina Truman" buscó reforzar una
política de contención de la influencia soviética.
El
bloqueo de Berlín
Un
episodio culminante de la "guerra fría" tuvo lugar en la
ciudad de Berlín, situada dentro de la zona soviética; pero ocupada
por norteamericanos, rusos, franceses y británicos. De hecho, esta
ocupación se agrupó en dos sectores: el occidental (norteamericano,
británico y francés) y el oriental (soviético). Las diferencias
culminaron cuando los rusos retiraron su delegado ante el Estado
Mayor Aliado y dispusieron el bloqueo de la ciudad hacia Berlín
Occidental (23 de junio de 1948). Cerrados todos los accesos, los
aliados se vieron obligados a instrumentar un "puente aéreo",
que permitió el abastecimiento de la ciudad y, con el cual, se
eludió el bloqueo. La situación se tornó muy tensa hasta el 12 de
mayo de 1949, fecha en que los rusos levantaron el bloqueo.
El
mundo al borde de otra guerra
En
Cuba
triunfó una revolución encabezada por Fidel
Castro contra el dictador Fulgencio Batista (1956). En 1961, el
líder cubano proclamó la República Socialista y se adhirió al
marxismo-leninismo.
La asistencia económica, técnica y militar de la U.R.S.S. fue, cada
vez, más efectiva.
En
1962, ante la evidencia de la instalación de misiles atómicos (de
origen soviético) en aquella nación antillada, los E.E.U.U., a
través de su presidente John F. Kennedy, exigieron el retiro del
armamento. Tras angustiosas tratativas, que colocaron al mundo al
borde de una nueva guerra, los rusos se vieron forzados a desmantelar
su aparato bélico.
El
"Plan Marshall": la asistencia económica norteamericana
Finalizada
la guerra, los países europeos presentaban un cuadro económico
ruinoso que amenazaba provocar serios conflictos
sociales. Ante la presunción de que tales perturbaciones pudieran
ser aprovechadas por el comunismo, los E.E.U.U. estudiaron la
posibilidad de efectivizar un crédito
para sus aliados.
En
1947, el Secretario de Estado norteamericano, general George
Marshall, presentó un proyecto
de ayuda económica al cual se le adhirieron 16 países europeos.
Cómo
funcionó el plan Marshall:
Los E.E.U.U. fijaron la cantidad de 17 mil
millones de dólares para distribuir en cuatro años. El 80% sería
entregado en donativos, y el 20%, en préstamos.
Los países más beneficiados fueron Gran
Bretaña y la república Federal Alemana.
- El
gobierno norteamericano compraba mercaderías y las donaba a los
países beneficiarios; éstos las revendían en el mercado
interno. Los recursos obtenidos debían utilizarse en promover el
desarrollo interno y en la lucha contra la inflación.
Sistema
de alianzas militantes
Los
aliados reforzaron sus vínculos entre sí y con los E.E.U.U. al
promover un sistema de alianzas militares:
Organización
del Tratado del Atlántico Norte (O.T.A.N.): Suscrito al 4 de abril
de 1949 por los E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Italia, Holanda,
Bélgica, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Portugal, Canadá e
Islandia. Posteriormente, se adhirieron Gracia, Turquía y la
República Federal Alemana.
Mantiene
un ejército común con el aporte de todos los países miembros. La
comandancia queda reservada a un militar norteamericano.
Organización del Tratado del Sudeste
Asiático (S.E.A.T.O.), suscrito en Filipinas en 1954 por los
E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda,
Filipinas, Paquistán y Tailandia. Es su finalidad contener la
creciente influencia comunista de la República Popular China.
- Pacto
de Bagdad (febrero de 1955). Tratado de defensa mutua suscrito,
inicialmente, por Irak
y Turquía. Luego se incorporaron Gran Bretaña, Paquistán, Irán
y Los E.E.U.U.
La
réplica comunista: El Pacto de Varsovia
Desde
el punto de vista geopolítico, este sistema de alianzas procuraba
cercar a la unión Soviética y a la República Popular China.
La
réplica comunista se concretó en el pacto de Varsovia (mayo de
1955), integrado por Albania (separada en 1962), Bulgaria,
Checoslovaquia, Hungría, República Democrática Alemana, Polonia,
Rumania y Unión Soviética. La República Popular China, Corea del
Norte y Vietnam del Norte tenían delegados observadores.
Sistemas
de alianzas económicas
También
en el orden económico se crearon organismos de cooperación. Los más
importantes fueron:
Organización Europea de Cooperación
Económica (O.E.C.E.) vinculada al Plan Marshall.
Benelux, suscrito por Bélgica, Holanda y
Luxemburgo (enero de 1948), con la intención de crear una unión
aduanera.
- Comunidad
Económica Europea o Mercado Común Europeo (marzo de 1957). Creado
con la intención de fortalecer las relaciones económicas de los
Estados miembros y eliminar la competencia
de otros países a través de la imposición de tarifas comunes y de
la liberación de las aduanas.
Las
grandes potencias occidentales
E.E.U.U.:
al finalizar la Segunda Guerra Mundial, este país se constituyó en
el verdadero vencedor. Su territorio no fue tocado por la
conflagación y su economía prosiguió un notable ritmo expansivo,
ya que su industria de guerra se convirtió en una industria de paz
estimulada por la demanda interna y por el pedido de mercaderías
destinadas al Plan Marshall.
Así,
los E.E.U.U. se convirtieron en el Estado más rico del mundo: con el
7% de la población mundial, consume el 45% de sus riquezas.
El
principal esfuerzo de los Estados Occidentales se canalizó hacia la
reconstrucción y al restablecimiento de la producción. Desde el
punto de vista político mantuvieron el sistema de gobierno que
tenían antes de la guerra (activas democracias parlamentarias).
En
Francia, se instauró la IV República (1947) y, ocho años después,
luego de superar una grave crisis, el general Charles De Gaulle dio
nacimiento a la V República.
En
Gran Bretaña, el Partido Conservador, conducido por Winston
Churchill, fue derrotado por el Partido Laborista, de tendencia
socialdemócrata, que encabezaba Clement Attlee.
Alemania
quedó dividida en dos estados: la República Democrática Alemana
(tendencia comunista) y la República Federal Alemana (adherida a las
democracias occidentales). Este último país se recuperó
rápidamente y comenzó a gravitar en Europa, incorporándose al
sistema de alianzas.
En
Italia, un plebiscito realizado en 1946 abolió la monarquía
e instauró la República.
El
Bloque Oriental: La U.R.S.S. y las "Democracias Populares"
Al
terminar la guerra, la política exterior soviética impuso "Estados
satélites"
que bordearon sus fronteras:
Bulgaria y Polonia fueron las primeras en
sovietizarse.
Luego de la participación de Alemania, lo
hizo la República Democrática Alemana.
Después de ofrecer una enérgica
resistencia, Hungría, Checoslovaquia y Rumania, integraron en la
órbita marxista.
Yugoslavia
y Albania ingresaron al bloque oriental: pero luego se separaron
para iniciar una política comunista desvinculada de las directivas
de Moscú.
1956.
En Hungría estalló un movimiento popular antisoviético que fue
reprimido sangrientamente, mediante la intervención de las fuerzas
rusas.
1968.
En Checoslovaquia, el gobierno intentó liberalizar su política
comunista. Las fuerzas coligadas en el Pacto de Varsovia penetraron
en territorio checo e impusieron un gobierno pro-soviético.
El
Bloqueo de los "No Alineados"
Entre
la bipolaridad occidental y oriental, algunos Estados de África,
Asia y América
latina, constituyeron el bloque de países "no alineados".
Estos países tienen, en general, algunos rasgos comunes:
Son subdesarrollados o en vías de
desarrollo.
Muchos de ellos son naciones coloniales,
independizadas después de la guerra.
Tienen un conjunto de problemas sociales y
económicos más o menos semejantes.
- Sin
embargo, no constituyen un grupo homogéneo, como prueba la
presencia de naciones tan diferentes como India,
Arabia Saudita, Congo, Túnez, Ghana o Yugoslavia.
En
la actualidad, el grupo de los "no alineados" contaba con
un buen número de votos en la ONU,
y por lo tanto, desempeñaba un papel cada vez más importante en la
política internacional.
La
descolonización: El "Mundo Colonial" se conmociona
El
fin de la guerra trajo como consecuencia la decadencia de los
imperios coloniales, creándose las condiciones que favorecieron al
proceso de descolonización.
Las
potencias colonialistas comprendieron los riesgos que significaba
enfrentar las tendencias emancipadoras y debieron ceder a las
pretensiones de sus colonias.
La
prédica de la O.N.U., fue favorable a la descolonización. En sus
asambleas generales se expresaron, a favor de este movimiento,
E.E.U.U., U.R.S.S., los países latinoamericanos y los Estados
árabes, asiáticos y africanos que habían ido incorporándose.
Hubo
dos períodos de descolonización: gran oleada en Asia (llegó hasta
la década del 50') y segunda oleada (a partir de 1955, que tuvo por
centro la región africana).
Entre
amabas etapas se ubica la Conferencia de Bandung (Indonesia),
celebrada en 1955, con la participación de casi una treintena de
Estados asiáticos y africanos. Tuvo el histórico significado de
permitir expresarse a pueblos hasta hacía poco dependientes,
deseosos de "afirmar su dignidad
y su existencia ante las grandes potencias de ayer y de hoy".
Independencia
de la India, Ceilán, Birmania y Malasia: duro golpe al colonialismo
inglés
En
la India, el movimiento nacionalista fue conducido por Ghandi
(1869-1948), partidario de la técnica de "no cooperación"
con los ingleses dentro del principio de la no violencia.
Finalmente, el 3 de junio de 1947, el enviado británico Lord
Mountbatten propuso un plan de partición de la India en dos Estados
siguiendo un criterio de separación religiosa. Surgieron así, la
Unión India (cuyo gobierno fue asumido por el Patido del Congreso,
dirigido por Ghandi) y Paquistán (integrado por musulmanes).
La isla de Ceilán también obtuvo su
independencia de Gran Bretaña en diciembre de 1947.
Birmania, ocupada durante la guerra por los
japoneses, volvió a ser ocupada por los británicos. Surgió,
entonces, una Liga Antifascista por la Independencia del Pueblo,
integrada por partidos de diversas tendencias. Esta Liga condujo las
negociaciones que culminaron con la independencia (4 de enero de
1948).
- En
Malasia la descolonización fue más lenta debido a los intereses
económicos ingleses (plantaciones de caucho
y minas de estaño).
Por otra parte, no existía una población homogénea (40% de
chinos, 40% de malayos y 20% de indios), hecho que acentuaba los
conflictos raciales.
Loa
británicos comenzaron por reconocer a la Federación Malaya (1948);
pero esto no significó la independencia, pues los resortes del poder
permanecieron en manos inglesas. Ante el continuo estado de
insurrección, Gran Bretaña decidió reconocer a la Federación
Malaya como un Estado independiente (agosto de 1957).
De
esta manera podemos observar que concluyeron los regímenes fascistas
en Italia y Alemania, pero no en España, dado que Franco continúa
con éste régimen hasta la década del 70’.
Realmente
no tenemos una idea concreta de cómo organizar y explicar lo que
sentimos al terminar nuestro trabajo. La ira nos invadía mientras
analizábamos la información, como por ejemplo los 50 millones de
asesinatos provocados por una ideología tan asquerosa como ridícula,
y nos seguimos preguntando cómo una doctrina completamente vacía de
argumentos racionales puede traer las consecuencias que hoy en día
seguimos sufriendo cuando vemos cruces svásticas dibujadas en las
calles.
Si
bien entendimos el significado de la palabra fascismo y analizamos el
contexto histórico de su desarrollo, no logramos todavía comprender
ni aceptar que esto realmente ocurrió, y que no es producto de la
imaginación de ningún escritor.
Nos
quedan más preguntas que respuestas, y pensamos que la única forma
de encontrar las respuestas es no olvidando e intentar de a poco
combatir las secuelas que dejó la enfermedad fascista en el período
entre la 1ra y 2da Guerra mundial.